Amanecer

302 29 3
                                    

Mi celular empezó a sonar a las 5am como de costumbre cuando viajo. Me encanta jugar con las diferentes luces naturales en mis fotos y el sol no va a esperar que yo haya dormido ocho horas para salir. Lo apagué rápidamente al recordar que no estaba solo. Prácticamente a oscuras busqué mi ropa, zapatillas y una casaca gruesa. Me cambié en el baño tratando de hacer el menor ruido posible y de igual manera salí del cuarto no sin antes coger mi cámara.

El hotel estaba completamente en silencio. Esa era otra cosa que amaba de esa hora del día. Nadie que me molestara. Salí al patio. La madrugada era fría, pero algo en el aire me decía que valdría la pena. Empecé a alistar la cámara, escogiendo el lente y tomando un par de fotos como para hacer tiempo. En cuanto saliera el sol, tenía que estar preparado. Ya no tenía ni que pensarlo mucho. Sabía exactamente qué cosas modificar en mi cámara para conseguir la foto que quería. Mis dedos lo hacían solos.

Asimilé recién el paso de las horas cuando escuché un carraspeo a mis espaldas. Había perdido noción del tiempo. Al girarme me encontré con un mozo.

-Buenos días ¿Quisiera un café o una bebida caliente? -me ofreció -Hace bastante frío. En media hora serviremos el desayuno.

Ni siquiera me había dado cuenta de la temperatura.

-¿Qué hora es?

-Casi las ocho.

-Un café por favor. Sin azúcar. Con un poco de leche.

-En seguida.

-Gracias... y buenos días -añadí aunque no estaba seguro si llegó a escucharme.

Giré a admirar nuevamente el paisaje que nos rodeaba. Era magnífico. Iba a sacar un material estupendo de ahí. Tomé un par de fotos más antes de guardar la cámara y entrar de nuevo al hotel.

-¡Joven! -escuché que me llamaban desde la recepción.

-Buenos días -me aseguré en que fuera lo que dijera esta vez.

-Le están llevando un desayuno especial a su cuarto. Un pequeño detalle. Lamentamos mucho el incidente.

Me mordí los labios para no decirle "un desayuno no lo compensa todo". En realidad era un bonito gesto... suponía. Le agradecí en un susurro. En eso el mozo que me ofreció el café se acercó a entregármelo. Ya con la taza en manos me dirigí al cuarto. Me crucé con otro mozo que me indicó que acababa de dejar la bandeja en la mesita.

Cuando entré vi que Sabrina seguía dormida. Un delicioso olor a más café y pan recién hecho inundaba la habitación. Por lo visto el mozo había abierto un poco la cortina, porque estaba bastante más iluminada. Si bien no tenía problema alguno con desayunar solo, sentía que no era justo que ella se perdiera un desayuno recién preparado. Dejé mi taza en la mesa junto a la bandeja antes de acercarme al borde de la cama. ¿Cómo debía despertarla? ¿Sería de las que se sobresaltan con un simple sonido o habría que sacudirla?

-¿Sabrina? -intenté murmurando su nombre.

Nada. La contemplé unos momentos. Con una sonrisa saqué mi cámara de su estuche y cambié el lente. Tenía que reconocer que se veía preciosa. Era un cuadro muy natural. Parecía estar medio enredada en las sábanas y su cabello se extendía, ondulado y desordenado sobre la almohada. Sus labios estaban ligeramente abiertos. Tomé un par de fotos. No pude evitarlo. Una vez satisfecho con un par de tomas intenté de nuevo:

-¿Sabrina?

Me senté en el colchón. Con suavidad la toqué en el brazo. Ahí sí saltó.

-¿Qué? ¿Qué pasó? ¿Dónde?

WanderlustWhere stories live. Discover now