Entrar en calor

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Había leído su lista y aunque me había costado, la había convencido de añadir una sesión de fotos. Sería un reto personal hacerla sentir cómoda. Algo en el fondo me decía que quería tomarle más fotos que las que había hecho sin que se diera cuenta en la mañana. No había manera que se lo dijera y tampoco que me lo admitiera del todo a mí mismo. 

Me pasé buena parte del día tomando fotos del hotel. Sabía que tenía que tomar fotos del paisaje, la comida y el hotel para el trabajo que tenía que presentar. Lo que aún no tenía del todo claro era qué quería presentar en la exposición.

No era muy tarde cuando empezó a hacer frío. En el hotel dos de las familias que también se estaban hospedando se habían hecho amigas y estaban conversando y tomando vino cerca a la chimenea que había en el centro del comedor. Otros huéspedes estaban viendo una película en el único televisor del lugar. A Sabrina en cambio no la veía por ningún lado. 

Fui al cuarto a dejar la cámara y ya iba a salir de nuevo a buscar algo para cenar cuando llegó ella, con un libro en brazos, tiritando.

-¿Qué pasó? -pregunté.

-Estaba estudiando y me quedé dormida en una hamaca. No tenía chompa ni nada.

-Tus labios están azules.

-¿En serio? -se apuró a mirarse en el espejo -Bueno, me siento un pingüino.

-Tiemblas demasiado para ser uno -bromeé.

Ella me fulminó con la mirada. Vi mientras se ponía una casaca gruesa y se quitaba los zapatos para meterse en la cama escondiéndose en las sábanas hasta que le taparon la nariz.

-¿Has dormido media tarde y te metes a la cama? ¿Cómo es que el frío no te despertó antes?

-En mi defensa, uno nunca duerme lo suficiente. Sobre el frío... sí me despertó, pero me volvía a dormir.

-¿Qué se supone que haces?

-Recuperar el calor.

-Así no lo vas a hacer -le dije.

-¿Tienes una idea mejor? -había algo de burla incrédula en su pregunta.

-Ve y báñate con agua caliente. Una buena ducha soluciona el frío. Eso y una bebida caliente.

-No me quiero meter a la ducha ahorita -protestó.

La verdad es que no sé cómo entendía lo que decía a través de las mantas.

-Hazme caso -insistí.

-Noup.

-Mira, voy a ir a traerme una taza de café y te traeré una de... 

-Café también, por favor.

-De café. Cuando vuelva, espero ver la puerta del baño cerrada y escuchar el agua de la ducha.

-¿Y sino? -se asomó y me miró como retándome.

-Sino, te quitaré la casaca y te meteré con todo y ropa a la ducha.

-No te atreverías -sonrió.

-Yo que tú no me arriesgo.

Su sonrisa cayó, como si empezara a considerar que yo era verdaderamente capaz de cumplir con mi amenaza. 

-Ya vengo.

Cerca al recibidor del hotel había una mesita donde jamás faltaba café (si tenías suerte, recién hecho), todo tipo de té y otras infusiones, leche y azúcar para que los huéspedes pudieran servirse cuanto quisieran a cualquier hora del día. En lo que preparaba los cafés uno de los mozos me preguntó si quería ya cenar y cuando respondí que pensaba regresar al cuarto se apuró en prepararme una pequeña bandeja con diferentes quesos y fiambres y  galletas saladas y dulces. Definitivamente el hotel quería reconciliarse con nosotros. No podía negarles el esfuerzo.

No sin un poco de dificultad logré abrir la puerta del cuarto. Sonreí al ver la puerta del baño cerrada y escuchar el ruido de la ducha. Al igual que la noche anterior había puesto música pero esta vez quizás porque pensaba que no estaba en la habitación o no podía escucharla, estaba cantando. Me reí por lo bajo. No tardó mucho en salir, en pijama y con una toalla en el pelo.

Fue evidente su sorpresa al ver la comida y no perdió tiempo en sentarse y agarrar la taza de café. Tras un par de buenos tragos sonrió.

-Gracias -dijo.

-De nada. Te ha cambiado la cara.

Ella justo había dado un buen mordisco a una galleta con queso. Me miró algo incómoda mientras masticaba y tragaba para poder contestar.

-¿Cómo supiste que eso iba a funcionar?

-No sueles viajar a lugares fríos ¿no?

-Sí... osea, no... quiero decir, sí lo he hecho, pero suelo ir más a la playa y los sitios donde he ido y hacía frío tenían calefacción en todos los interiores.

-Y asumo que no te quedabas dormida en hamacas.

-Exacto.

-Debes haber estado unas buenas horas allá afuera para haberte enfriado así.

-O ser friolenta -replicó.

-O ser friolenta -acepté -Lo sabía porque he tenido sesiones en lugares con este clima e incluso más fríos.

-No has resultado tan mal compañero de cuarto después de todo.

Ambos seguimos tomando café y comiendo en silencio. Extrañamente no fue incómodo.

-¿Te gusta bailar? -preguntó de la nada.

No pude evitar soltar una risa por la espontaneidad de su pregunta.

-¿Cómo se te ocurrió eso?

-¿Te pasa que estás pensando en una cosa y eso te hace pensar en otra cosa y esa otra cosa en otra cosa más y así? ¿No? A mi a cada rato. Solo se me ocurrió que tienes pinta de ser o un extremo o el otro -habló rápidamente.

-Estás diciendo que o soy un pésimo bailarín o soy excelente.

-Digo que pareces ser uno de los dos.

-No puedo ser un punto medio.

-Nop -respondió con total seguridad.

-Pero podría encantarme bailar y ser pésimo.

-Eso sí -contestó después de pensarlo unos instantes.

-¿Te parece si mañana empezamos con tu lista?

-Yo te digo que no eres tan mala suerte y tú te quieres deshacer de mi -se hizo la dolida.

-Lo siento -respondí sonriendo.

-No te preocupes, yo también preferiría estar en un cuarto solo para mi. Podríamos empezar mañana. ¿Algo en mente?

-Será cuestión de preguntar qué actividades se puede realizar por acá y qué está disponible. 

-Suena como un buen plan.

-Lo sé -le guiñé un ojo -de nada. Ahora, pienso irme a dormir dentro de poco. ¿Te vas a quedar hasta tarde escribiendo?

-Quizás. No te molesté anoche ¿no?

-Nop, no hay problema alguno.

Ambos nos pusimos de pie casi al mismo tiempo y sin haberlo coordinado nos dirigimos simultáneamente a construir el muro divisorio en la cama con las almohadas. Al darnos cuenta intercambiamos una sonrisa y ella rió un poco. No mucho después estaba en cama, sintiendo como el sueño me ganaba mientras escuchaba el sonido de las teclas de la laptop a toda velocidad. 

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