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Como no pudo pegar un ojo en toda la noche, Ramiro se levantó para intentar observar el búnker con profundidad. Sentía que en la soledad de la madrugada, donde no había ni una persona despierta, iba a poder registrar el lugar con mayor tranquilidad. 

Si nadie le creía, era hora de ponerse en acción y encontrar las pruebas para hacer veraz su argumento. Él no era un mal sabio, por el contrario, era de esos que buscaban hasta el más mínimo detalle para dar crédito a sus creencias.

Quería dejar de ser una persona más, quería demostrar que fue elegido para existir de otra manera, quería hacer cosas nuevas...

—Quiero tantas cosas... —dijo por lo bajo.

Encendió una linterna y comenzó a recorrer cada centímetro de la estancia. No encontró ventanas, puertas escondidas, ni siquiera alguna ventilación para poder salir. Estaban completamente encerrados. Con un bufido comenzó a darse por vencido, ¿era posible que su presagio le haya fallado? ¿Su intuición como sabio comenzaba a deteriorarse?

Se sentó en el suelo, como le gustaba hacer últimamente, y frunció el ceño mientras pensaba en lo que podía estar sucediendo afuera. Sí, quizás su idea de estar en el espacio exterior era demasiado alocada y decidió creer que sus compañeros tenían razón, el encierro lo estaba trastornando.

—Tengo que comenzar a hacer algo que me distraiga —murmuró para sí mismo—. Algo nuevo que me refresque la mente, ¿pero qué? ¡Acá no hay nada para hacer!

Se tiró del cabello con frustración y refregó sus ojos con las palmas de sus manos. Necesitaba ideas, él era muy creativo, pero en momentos así no podía ni pensar.

Sumido en el profundo silencio que embargaba al lugar, comenzó a escuchar un silbido muy bajo, era esa interferencia de nuevo. Arrastrándose por el suelo, agudizó el oído y siguió el origen de aquel ruido. No se iba a quedar de brazos cruzados, iba a ser el único que averiguara lo que estaba pasando, ya que los demás parecían no tener curiosidad.

El impulso de salir de ahí lo colmó de adrenalina y sintió que su mente empezaba a funcionar de nuevo. Llegó a un pequeño parlante que no había visto antes, era tan pequeño que parecía más un microchip, por eso lo había pasado por encima, era imposible verlo a simple vista.

Lo alumbró más de cerca con la linterna y arqueó las cejas. No, eso no era un parlante... era un micrófono. ¿Por qué iba a haber micrófonos escondidos en un búnker? Su respiración se agitó, pero contuvo todos los ruidos altos para no revelar que encontró aquel objeto. Solo pensó una cosa: si hay micrófono, hay cámaras.

¿Debería avisar de este descubrimiento a los demás sabios? Negó con la cabeza. Está claro que no le creerían, ni siquiera con ese elemento frente a ellos para demostrar que tenía razón. Primero tenía que continuar investigando y recaudar pruebas para exponer sus verdades.

De repente, el micrófono sonó más fuerte, con tanta potencia que terminó explotando. ¿Qué fue eso?

Interferencia 3.0Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon