Capítulo 32

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Nuestra vida está determinada por momentos. Momentos felices, dónde te sientes como el rey del maldito mundo, dónde no te cambiarias por nada ni nadie, dónde sólo quieres bailar y reír, y sientes que nada te puede detener. Es fácil tener esos momentos. Es bonito experimentarlos.

Pero también están los momentos de impacto. Aquellos que te sacuden el suelo, te golpean el pecho, te sacan el aire y te dejan sintiéndote como una mierda. En esos momentos, sólo quieres encontrar una manera para decirle al dolor "basta", quieres que toda aquella oscuridad que estás sintiendo se detenga, quieres que el hoyo en tu pecho se vaya. Pero, lastimosamente, ningún humano ha encontrado aún la manera para hacer todo eso, para hacer que tu corazón se alivie.

Hoy creo que soy más hoyo, más oscuridad y más dolor que persona. La gente me habla, da su pésame pero yo no escucho, no estoy siendo consciente de lo que viene pasando en las últimas horas desde que lo ví exhalar por última vez.

Quise ayudarle a mamá a organizar todo, quise ser su soporte pero no pude. Mi mundo se vino abajo, mi corazón estaba destrozado y no podía parar de llorar. Cristhian, Sara y Marcus fueron los encargados de llevarme a casa, que ahora no era más que una estructura sin significado; su ausencia ya empezaba a notarse en las paredes. Sara me preparó un té para calmarme, Marcus se recostó a mi lado en mi antigua cama, y Cristhian esperó hasta que estuve dormida en los brazos de Marcus para irse de la habitación. En la madrugada lo oí llorar y a Sara consolarlo. Brian, Joel y Leslie fueron los que le ayudaron a mamá. También recibimos mucho apoyo por parte del personal del hospital, los antiguos compañeros del bufete de papá y familiares que tenemos acá en Beacon.

Los Adams llegaron por la mañana, quiénes también fueron un enorme soporte para mamá. Cuando Melany la abrazó, se quebró en sus brazos, llorando por la pérdida del amor de su vida. Todos nos rompimos más cuando miramos la escena. Mas después de eso, mamá no volvió a dejar salir una sola lágrima, al menos no en nuestra presencia.

Mis hermanos tienen caras largas, están tan destrozados como yo. Brian no habla con nadie, se aisló en su burbuja y sólo mira al suelo. Cris, como el buen hermano e hijo mayor que es, acompañó a mamá en todo momento, no la dejó sola, se mantuvo a su lado en el funeral y en la reunión que hicimos en casa. Joel no suelta a Leslie, tengo la impresión de que siente que si la suelta, se vendrá abajo. Marcus no dejó de tomar mi mano en la ceremonia, ni en el cementerio, cuando me derrumbé de nuevo y caí llorando, él estuvo ahí conmigo, a pesar de que quería estar sola, a pesar de que he dicho cosas de él que no sentía, estuvo conmigo siempre. No lo merezco.

Estaba sentada en un sillón de la sala, viendo cómo las personas abrazaban a mamá y ella sonreía gentilmente, tal vez deseando internamente que se vayan y poder atravesar su duelo. A mi alrededor habían parientes que no había visto desde que tenía doce, habían supuestos amigos de papá y de mamá, estaban los amigos de mis hermanos, estaban Marcus y Leslie. Estaba rodeada de cincuenta personas, al menos, y lo más aterrador era que me sentía sola.

Marcus se sentó a mi lado en el sillón, palmeando mi rodilla para luego suspirar.

–No quiero preguntar cómo estás, porque sé que estás como la mierda –dijo. No lo miré. –Todo esto es una mierda, y en serio lo lamento. ¿Hay algo que pueda hacer por ti? –con mis ojos fijos en mis zapatillas negras, negué con la cabeza.

–No, Marc. Esta vez no puedes hacer nada.

–¿Quieres otro té o un helado? ¿Quieres salir de aquí e ir a dar una vuelta? –lo oí suspirar, de nuevo. –Por Dios, Ari, dime. Quiero dejar de sentirme como un complemento inútil por no poder hacer nada por ti.

Levanté mi cabeza y lo miré.

–Sí, quiero salir de aquí –sus ojos brillaron y asintió. Entonces, mis ojos se llenaron de lágrimas por lo que le diría. –Pero quiero hacerlo sola.

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