Rascón

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Se llama Aaron. Básicamente hace tours sustitutivos por los colegios y escuelas públicas de la región. Poco importa qué clase de problema tenga que resolver, simplemente tiene que hacerlo. Ha sido substituto de matemáticas, biología, álgebra lineal... Ha explicado las guerras y los imperios, el modo en que Galileo declaró contra su voluntad la planicie de la tierra... Ha tenido que pararse frente a niños de dos años que aprendían a caminar y frente a adultos de setenta que aprendían a escribir. No ha escrito ningún libro. No menciona nada sobre hijos. Está aquí porque la señorita @aquienleimporta ha perfeccionado su técnica de estrellar su gordo trasero contra el pavimento mojado y se le ha sacudido tanto la grasa corporal que su carne aún está vibrando por dentro como una gelatina con descargas eléctricas. En sus palabras, se ha tropezado y volverá en un par de días.

De entrada, el tío parece mejor opción que la gelatina. Por mí que se quede. Pero, ¿qué tipo de presentación es esa? nada de lo que ha dicho le ayudaría en su perfil. Aburre. Aburre escandalosamente al punto de no extrañarme que no tenga los hijos que no ha mencionado. 

¿Cómo puede un tipo como este ofrecer una clase de cualquier cosa a cualquier persona? Si como profe no tienes foco en tu vida, ¿cómo esperas que tus alumnos lo tengan? ¿Cómo le puedes pedir a una chica que escoja una carrera, que se proyecte en un trabajo, que se involucre, que intente escoger un hombre que valga la pena -entre la montaña de zombies a los que alguna plaga meridional postmoderna les ha comido el cerebro al punto que son incapaces de articular dos líneas sin dar pena ajena- si has enseñado las nobles artes de la culinaria y el teatro griego a niños parvularios y ancianos por igual? Tenemos un problema de autoridad existencial con el nuevo profesor sustituto, pero le mola Iron Maiden. Merece la pena ser escuchado. 

La clase osciló entre un tal Fausto y las horribles desventajas de ser bueno. Ya lo sabían todos, un alma buena ni Dios la quiere. Por momentos volvía al recuerdo de Michael escuchando las clases atentamente mientras dibujaba electro imágenes en su cuaderno de notas. Era un alma brillante y poco le interesaba lo que los maestros tuvieran para decir a no ser que se adentraran en  discusiones filosóficas aplicadas a la trágica sucesión de los tiempos postmodernos. Entonces se comprometía. Era increíble ver el nivel de compromiso de alguien defendiendo la absoluta inutilidad del compromiso. Poner un espejo frente a él y describir el nivel de implicación con el que se involucraba en la defensa del derecho a ser absolutamente inútil habría sido suficiente para contraargumentar del mejor modo su propia tesis. Era su leitmotiv, su misión; defender el derecho a no querer comprender y, al mismo tiempo, a sentirse profundamente incomprendido en una sociedad enferma y loca desde la médula, desde la raíz, empezando por los profes. 

 Entonces volvía al enano. Estos dos se hubieran arrancado las vísceras, estoy segura. Pero el enano no sabía -y dudo mucho que le importara- que su mejor contrincante había dejado su puesto vacío una semana antes y que ninguno de estos patosos indiferentes que tiene al frente le va a arrancar la más mínima reflexión inteligente en sus tortuosos dos días de sustitución. Seremos uno más, un grupo a adicionar a su listado de piezas exóticas a las que ha tenido que enfrentarse en su safari como profesor. 

Eso es, somos un safari de bestias salvajes a las que los profes se enfrentan cada mañana intentando domarnos, el ganador es aquel que logre domarnos al punto que parezcamos piezas disecadas en un museo de ciencias salvajes. Si un profesor pasa y se asoma por el cristal de la puerta, medirá la capacidad para enseñar de su colega por el nivel de embalsamado de las piezas capturadas. "Mira a Roger en esta sala -dirá el colega antropólogo asomándose a la jungla museo de ciencias naturales- Suele ser una fiera en mi clase y míralo que quieto y que calmado se ve en esta otra. Este debe ser un buen maestro", concluye. Si en cambio, la clase está hecha una jauría de loros y chimpances saltando y chillando de un lado a otro, el maestro se juzgará un mal cazador, un novato despreparado para afrontar situaciones de riesgo, y se le brindará apoyo inmediato con refuerzos capaces de controlar las pequeñas bestias en aquella jaula de locos. 

La verdad es que nos aburrimos. No nos conocen. No tenéis ni idea de a quienes tenéis frente a vosotros  cuando la sala museo parece calma y nadie tiene ánimos de arrojar un suspiro que declare el aburrimiento que nos producís. 

-Señorita Anna -me lanza el enano. -Díganos cómo sobrevivir a nuestra locura.

Lo miro a los ojos. No entiendo nada. La clase entera se sumerge en un silencio profundo que me parece que va a estallar en cualquier momento. Este tío está loco, completamente loco. No sé qué es peor. 

- ¡Rascón! -dice el tío.

-¿Perdón? -¡Estoy flipando!

-Rascón. Rascón es la respuesta. 

Infierno InternoWhere stories live. Discover now