Capítulo V - Era 10 de marzo...

259 14 6
                                    

Sam despertó ese día sintiéndose vacía, recordó con nostalgia cómo su madre la trataba durante ese día especial. Hoy sería su última semana en esta ala, dejaría atrás muchas cosas. La noche anterior, había estado hablando con Wyatt, de la vida, cosas complejas para niños de esa edad, pero ellos sostenían sus ideas sobre bases sólidas, edificadas en la lectura y en la cruda experiencia que les ha tocado vivir.

Esa noche, notaron que Priscila los vio hablando. A Sam le preocupaba que esto pusiera en riesgo ese instante de paz genuina que ambos se brindaban. Verlos, daba la impresión de que se conocían de toda la vida.

Sam se encontró en el comedor con Wyatt, él estaba cabizbajo, mezclando con desgano aquel potaje que parecía ser avena. Nauseabundo, pálido, así lucía el plato ese día. Sam desordenó su cabello y se sentó junto a él, luego de haber buscado su respectivo menaje.

- ¿Qué te sucede? – Preguntó Sam.

- Nada, estoy bien. – Wyatt le sonrió.

Sam no insistió, pero, lo que Wyatt no sabía, es que Sam se sentía exactamente igual, ambos tenían una opresión en el pecho que los ahogaba, pero, ninguno era capaz de hablar con el otro.

- Feliz cumpleaños, Wyatt. – Esa voz al fondo era la de Julia. – Y creo que para ti también, Samantha. – Se acercó hacia ambos y les dio algunas palmadas en el hombro.

Sam volteó a ver a Wyatt al tiempo que él hacía lo mismo. No quisiera ser paranoica pero, que Julia se quedara observando a ambos, da para pensar que aquello fue premeditado.

Ambos tenían lágrimas corriendo por sus mejillas, no es una reacción racional, pero, han pasado muchas cosas en todo este tiempo, es bueno mirar qué sucede a continuación.

Sonrieron simultáneamente y, con algo de torpeza, se levantaron y se fundieron en un abrazo que les hizo olvidar el tiempo, y todo lo que los rodeaba. ¿Cómo describir ese abrazo desde la piel de Sam?, cálido, electrificante, de esos abrazos que te hacen respirar profundo, que te hacen sentir seguro, esos en los que dejas de sentir tu cuerpo y te hacen entrar en una especie de trance por un instante. Ambos tenían los ojos cerrados, solo veías sus lágrimas caer. Julia se conmovió con todo esto, tuvo que enjugar discretamente sus lágrimas.

Por estar en aquella transición de edad, esa semana, todos los que alcanzaran el siguiente grupo de edad, serían transferidos el primer domingo. Eso sería al día siguiente.

Ese día empezó a tener un toque diferente. Ambos estaban ansiosos, hablaban poco, no querían separarse... sentían miedo.

Dedicaron parte de la mañana a trotar, buscaban relajarse con el ejercicio. La sensación no se iba, se miraban pero seguían sin poder expresarse.

Mientras comenzaban otra vuelta, Sam escuchó que Julia la llamó. Ella debía obedecer, miró a Wyatt, tomó su mano y la presionó con fuerza. Él se quedó ahí, sintiéndose indefenso, solo.

- Samantha, necesito que vengas conmigo. Tienes una visita.

- ¿Visita?, ¿quién?

- Ven conmigo.

Sam volvió la vista hacia Wyatt y le hizo señas.

***"Dice que visita"***

***"¿Quién?"***

***"Ni idea. Biblioteca"***

Julia la llevó a la oficina del director y la dejó ahí mientras aparecía la persona que venía a verla. La espera la estresaba, quería salir corriendo de ese lugar.

El InternadoWhere stories live. Discover now