—Al ser Slytherin, está en tu naturaleza el aprovecharte.

Él sonrió.

—Entonces nos entendemos a la perfección.

Hermione sintió el impulso de golpearlo de nuevo, pero se contuvo, ¿en qué demonios estaba pensando Malfoy? Ellos jamás iban a congeniar. Sería un milagro si ella no lo asesinaba antes de que la noche terminara. Se lo merecía, de hecho, la idea no sonaba para nada mal. Ella se permitiría soñar con eso.

—He ordenado la cena. Según mis cuentas, debes estar muriendo de hambre.

Hermione le regaló una mirada de desprecio. Desgraciadamente, tenía razón.

También he ordenado que les lleven comida a tus dos viejas —dijo él levantándose del asiento.

—Gracias —murmuró, a pesar de que Malfoy sólo estaba cumpliendo parte del trato.

El rubio tomó su mano y la condujo al comedor. El olor de la comida sobre la mesa le hizo agua la boca. Reconoció el aroma del pollo asado, patatas asadas, judías verdes y una rica y espesa salsa.

—¿Champagne?

Hermione asintió. Él expertamente descorchó la botella y llenó dos copas. Hasta el momento, las cosas estaban yendo de forma civilizada, mucho más de lo que había pensado, pero la noche recién comenzaba.

—Brindemos —indicó Draco mientras le entregaba la copa.

—Mejor no —ella dijo en voz baja.

—Por un acuerdo mutuamente satisfactorio.

Hermione quería vomitar, pero tomó un sorbo de su bebida. Las burbujas estallaron en su lengua, el licor poseía un sabor suficientemente seco como para permanecer en su boca. Era un buen champagne, por supuesto. Automáticamente pensó en sus padres y en la última vez que había bebido aquel licor para el cumpleaños de su madre, eso fue hace muchos años.

—Esto es la mansión ancestral de los Black, ¿no? —preguntó Hermione.

—Exacto. No queda ningún Black vivo, así que ahora me pertenece. De hecho, es de mi madre, pero yo vivo aquí.

—¿Ya no vives en la mansión Malfoy?

—Oficialmente sí, al igual que mi esposa. Ella vive allí públicamente, pero en realidad está en Escocia con su hermana.

—¿No viven juntos? —preguntó Hermione.

—No cohabitamos la misma habitación si podemos evitarlo —explicó rápidamente, el tema no era de su agrado—. Suficiente charla sobre mi querida esposa. De hecho, tengo varios lugares para vivir. Mi familia posee propiedades por todo el país. El declive de las familias en el mundo mágico está dejando casas en abundancia para los que quedamos.

—Grimmauld Place también te pertenece, ¿no es así? —ella preguntó, aunque ya sabía la respuesta.

—Sí —respondió después de unos minutos—. Potter murió sin ningún heredero, por lo que la mansión volvió a los Black, es decir, a mí. Sé que tiene parientes muggles —continuó el rubio —, pero ellos no pueden heredar una propiedad mágica.

—No se lo merecen —ella respondió—. Y que lo diga yo, que no creo en la discriminación, es decir mucho. —Hermione sabía que, si salía a la luz que Harry Potter tenía una heredera, Draco perdería Grimmauld Place. Aunque sospechaba que al rubio no le importaría, después de todo, poseía varias casas.

—Vamos a comer. Estoy seguro que ya has esperando mucho para poder poner tus pequeñas y codiciosas manos sobre la comida —dijo él guiándola hacia la gran mesa. Había velas y las sillas estaban cerca una de la otra; estaba claro que la cena sería íntima. Draco se sentó en la punta de la mesa y Hermione se sentó a su lado. Era bastante obvio que el otro extremo de la mesa estaba reservado para la señora de la casa, no para ella.

Absolutamente despreciableWhere stories live. Discover now