1. Postre para dos

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Un cuatro de abril nació el segundo heredero.

Aquella noche Philia estaba radiante, sus estrellas brillaban majestuosamente y la luna se presentó vestida completamente de blanco. No había duda de que se preparó para el gran acontecimiento y mucho más, las ovaciones del pueblo animaron por completo el gélido ambiente, la espera era impetuosa. La reina sostenía la mano de su marido y él, no descuidó a su amada ni un solo segundo, no quería que la historia se volviera a repetir.

—Tranquila, solo un poco más.

Ella suspiró.

Endimión permaneció afuera de la habitación, sereno y cansado. Se situó alado del balcón, a la espera de anunciar el esperado momento y así fue; La voz emocionada del rey se pronunció, la reina guardó silencio y las sirvientas empezaron a festejar. Finalmente nació.

El llanto de Kurapika despertó a Kuroro, quien apenas tenía cuatro años. Este último, frustrado y malhumorado imitó a su nuevo hermano.

Se podría decir que comenzaron a ser rivales desde el principio.

Habían pasado casi doce años desde entonces.

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El rey Astreo despertó muy temprano aquella mañana, finalmente había llegado el día. Estaba a solo dos días del cumpleaños de sus dos hijos. El reto debía llevarse a cabo pensó somnoliento.

La alarma sonó estridente y retumbó unas cinco veces más en toda la habitación. Las personas que merodeaban por los pasillos lo recibieron con algo de molestia, ellos no necesitaban escuchar música de adolescentes a esas horas de la mañana. Ellos ya estaban despiertos, aunque no dijeron nada, sabían que al concluir el quinto llamado, la nana principal aparecía en mitad del pasillo.

Era lo mismo todos los días.

Senritsu se adentró a la habitación del lado izquierdo del penúltimo piso, abrió la puerta sin llamar y observó al primer príncipe enredado entre las cobijas. Ella suspiró pero no prescindió de una tierna sonrisa.

—Buenos días, príncipe Kuroro. — dijo alzando la voz mientras se incorporaba completamente, en el camino fue recogiendo algunas prendas de vestir y dejándolas en un cesto ya bastante atiborrado. Llegó a la mesita de noche junto a la cama unos segundos antes para que la sexta alarma sonara y apagó el pequeño aparato, no se molestó en abrir las cortinas puesto que los días no presentaban una pizca de luz.

Senritsu optó por una solución más práctica, encendió la lámpara de alado del despertador, no sin antes apuntar al rostro del joven príncipe. Su expresión maliciosa fue la primera imagen que vio Kuroro al abrir los ojos.

— ¡Hora de despertar!

El príncipe pegó un brinco del susto—. ¡Prefiero morir!— dijo volviendo a acomodarse entre las afelpadas sábanas de terciopelo rojo.

—Qué cosas tan horribles dices, vamos no es tan malo. — Agregó Senritsu divertida mientras jaloneaba todas las mantas a la vez—. Además, necesito lavar esto— concluyó levantando la única almohada, haciendo que Kuroro golpeara su cabeza con el espaldar de su cama.

Él finalmente se rindió.

—Eres perversa. — susurró haciendo el mayor esfuerzo por abrir los ojos.

—Como no tienes idea ¡es hora del baño!

Así fue como la sirvienta más adepta del reino Meteoro, que por cierto mide aproximadamente un metro con veinte centímetros llevó al príncipe mayor Kuroro Lucifer al cuarto de baño. Sin mucho esfuerzo le arrebató el pijama y lo lanzó a una tina enorme de agua tibia. Era su rutina mañanera, menos mal que su discurso variaba acorde al día. O sino, todo fuese realmente aburrido.

PRAGMA (KuroKura)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora