¡Genial, hoy toca uno de mis platos favoritos! Escalopes con salsa de queso. Cojo todos los ingredientes, voy a la caja, pago y salgo a por Wilson, fuera veo a una chica acariciándolo, se nota que no es de Wondlley, este pueblo. Debe tener mi edad, es algo más baja que yo y tiene el pelo largo de color miel con reflejos rojizos a la ligera luz del sol de esta mañana de septiembre. Me acerco y aguardo a que se gire al notar mi presencia, pero parece no darse cuenta de que la estoy observando hasta que Wilson decide meter su hocico en la bolsa, es entonces cuando ella se pone en pie mientras gira y consigo verle la cara. Sus ojos son de un color marrón muy común y están delineados de manera casi perfecta para ser un día cualquiera a estas horas, al igual que sus labios, pintados de un color que a simple vista sería casi imperceptible de lo natural que parece, pero para mi vista no. No puedo evitar fijarme hasta en el más mínimo detalle cuando acabo de conocer a alguien, aunque esos ojos despiertan mi memoria...

—Perdona—dice ella con una gran sonrisa en sus perfectamente delineados labios.—Pero es que salí del supermercado y este pequeñajo—dice con un tono agudo e infantil mientras se dirige, con claro sarcasmo, a Wilson—me recordó demasiado al perro de una amiga y además se acercó cuando me vio y pues... bueno... no pude evitarlo—dice mientras vuelve a agacharse a la vez que Wilson empieza a lamerle la cara. Comienza a reír mientras yo observo cómo las babas de mi perro pasan por toda la cara de esta desconocida y me quedo fascinada por lo poco que parece importarle.

—Wilson, ya—le digo a la vez que le aparto un poco.—Eso es asqueroso—Wilson me mira y ladra, casi como si respondiera a lo que acabo de decirle.—Soy Nicole, por cierto—me presento ante la desconocida. Ella se levanta y me da dos besos, dejando un suave rastro de babas de Wilson también en mi cara.

—Yo soy Heather—la escucho a medias porque su teléfono comienza a sonar estrepitosamente.—Ups, se me ha hecho un poco tarde—dice antes de responder. Miro la hora y me doy cuenta de que mi madre está a punto de llegar a casa y yo sigo aquí. Mientras Heather habla intento hacer contacto visual para despedirme y no desaparecer, pero no tengo mucho tiempo; al fin consigo que centre su mirada en mí, me hace un gesto con la mano que no entiendo bien, pero antes de que me de tiempo de preguntarle qué quería decir con ello, veo que guarda su móvil en una riñonera que lleva y me llama la atención que haya colgado sin despedirse de la que doy por hecho que era su madre por la de veces que escuché el "sí, mamá" en la corta conversación.

—Tengo que irme—le digo rápidamente y antes de que nos de tiempo de iniciar una conversación.—¿Tú hacia dónde ibas?—le pregunto.

—Pues...—da varias vueltas sobre sí misma alargando la palabra hasta que finalmente se detiene —¡Hacia allí!—dice convencida señalando hacia la calle que lleva a mi casa.—O eso creo... —añade con inseguridad. Se la ve perdida.

—¿Dónde vives?—le pregunto para ver si puedo ayudarla.

—No muy lejos de aquí... creo. No sé, me mudé ayer y aún no he tenido tiempo suficiente de orientarme bien—responde. Recuerdo que la casa de al lado de la mía estaba en alquiler no hace mucho, no es seguro, pero por pequeña que sea cabe la posibilidad de que se haya mudado con su familia allí. Saco mi móvil y busco fotos de la casa en Internet, no tardo mucho en encontrar una foto en la que se vea bien la fachada de la casa, le enseño la pantalla:

—¿Te suena?

—¡Sí!—grita demasiado alto.

—Pues en ese caso eres mi vecina—le respondo.—Vamos, te enseñaré el camino hasta tu casa.

—¡Gracias!—vuelve a gritar demasiado alto.—Esto...-balbucea bajando el tono—¿cómo te llamabas?—pregunta dibujando una sonrisa inocente en los labios.

—Nicole—le respondo con una leve risa.

Al fin comenzamos a caminar y doy gracias por vivir tan cerca del supermercado. Mientras caminamos hacia nuestra calle, Heather me cuenta que a su madre la echaron del trabajo que tenía en su antigua ciudad, y que tras esto, decidió regresar a un pueblo en el que vivieron hace unos años, o sea, Wondlley. Supongo que por eso me resulta tan familiar. En seguida llegamos a la entrada de la calle de nuestra casa, y según llegamos veo como el coche de mi madre se aproxima a la plaza de garaje.

—¡Hola, mamá!—la saludo cuando baja del coche.

—¡Hola, cariño! ¿Qué tal?

Le hago un resumen rápido de mi mañana y de la extraña y surrealista forma en la que he conocido a Heather, quien a su vez se ha vuelto tranquila al ver a mi madre. Se presentan la una a la otra y me sorprende que la chica con la que estuve hablando antes sea la misma que ahora habla sobre la mudanza con mi madre. Pero las presentaciones duran poco y rápidamente nos despedimos, no sin antes intercambiar los números de teléfono.

Al entrar en casa, mi madre va a la cocina y comienza a preparar la comida. Mientras tanto, yo aprovecho para ojear los libros de este año y forrarlos. Al acabar me siento mucho más tranquila que esta mañana, ahora que he visto un poco como va a ir dirigido el curso me siento mucho mejor. Casi a la vez que esta calma, llega la voz de mi madre desde la cocina diciéndome que la comida está lista.

Ourselves (EN PROCESO)Where stories live. Discover now