xiii. equipo arian y percy.

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Arian aprovechó un momento de distracción para resguardarse en la comodidad de Robin, donde nadie se molestaba en acercarse a un perro de un tamaño descomunal.

Desde que había descubierto que no era tan mala con el arco, había estado practicando a solas, temerosa de que alguien la viera haciéndolo. Se sorprendió a si misma descubriendo que, si bien sus movimientos eran torpes y desatinados, era medianamente buena. Después había intentado con una espada, aunque le parecían demasiado pesadas y difíciles de manejar.

Cansada después de un rato, decidió recostarse sobre el lomo de Robin, diciéndose a sí misma que solo cerraría los ojos un instante y que, incluso si dormía, era de día y su madre no la encontraría.

Estaba equivocada.

Hecate apareció en su sueño, si bien con una apariencia deslavada y opaca, pero apareció. No lucía contenta. Arian tragó saliva, recordando que su madre era una diosa y que probablemente podría convertirla en un jarrón de flores si quisiera.

—¿Qué descubriste? —preguntó Hecate a secas, enarcando una ceja. Arian tragó saliva, titubeando. Hecate enarcó una ceja y lentamente se acercó a su hija, con la mirada inexpresiva—. Arian, no te conviene ocultarnos cosas, ni a mí ni a Cronos. Cronos espera que le dé respuestas, y las quiere ahora. Y no sería bueno para ti enfadarlo.

—Percy Jackson y sus amigos quieren encontrar el laberinto.

—¿Por qué?

—Porque creen que el dios Pan está ahí. Y... —titubeó—. Creen que Luke, quiero decir, Cronos, busca invadirlos por ahí.

—Son inteligentes —concedió Hecate, entrecerrando los ojos—. Pero no tanto si buscan el laberinto. Miles de peligros abundan ahí. Si se aventuran, es casi un hecho que terminarán muertos. O perdiendo la razón —Hecate se quedó callada un segundo—. Arian, tú irás con ellos. Debes de hacerlo. Mantén un ojo sobre ellos y me informarás al respecto.

Arian se quedó estática un segundo. Acababa de decir que era un hecho que acabarían muertos, ¿y quería mandarla ahí? Tuvo que ocupar todas sus fuerzas para no mostrar lo enojada que estaba. Entrecerró los ojos. ¿Sería posible que su madre, y Cronos, tuvieran otra razón por la cual quisieran se aventuraran en el laberinto? De algo estaba segura; si la tenían, no se la dirían a ella.

—No confiarán en mí al menos que los ayude —exclamó, como si fuera obvio. Hecate lo pensó un instante, antes de asentir.

—Arian, no puedo decirte dónde está la entrada. Ni yo lo sé. Pero lo sentirás. Sentirás cada entrada al laberinto por un tiempo, hasta que la magia se esfume —se acercó a ella, y puso un dedo en su frente. Arian sintió una corriente eléctrica atravesarla, desvaneciéndose en su cuerpo en segundos—. Buena suerte —Arian asintió, seria, el sueño desvaneciéndose lentamente. Lo último que escuchó fue la voz de su madre, sonando suavemente—. Arian, no te enviaría si no supiera que eres capaz de esto. Cronos sabe quién eres, sabe que eres mía, y sus criaturas no te lastimarán.

A pesar de que sus palabras pretendían tranquilizarla, solo consiguieron aterrorizarla.

 🔮🔮🔮

—Te encontré —exclamó Percy, trotando hacia Arian. Arian sonrió levemente, acariciando el lomo de Robin.

—No sabía que me estabas buscando —murmuró, distraída, pensando en las palabras de su madre.

—¿A qué te referías? —Preguntó Percy, con el atardecer sobre sus cabezas—. Sobre lo del laberinto.

wicked game / percy jacksonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora