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Estaba en casa de sus padres.

-Está es la última caja hijo. -su madre se limpió la frente y se miró su camiseta. -Estoy hecha un cuadro. A ver cuando hace más frío.

-Mamá, vivimos en Varadero. Lo raro es que vaya a hacer frío... -dijo riendo. El cubano cogió la última caja y frunciendo el ceño debido a la fuerza, se desplazó por el pasillo hasta la puerta principal.
Dejó la caja en el coche y volvió a la puerta. -Bueno, ya tenéis una habitación de sobra ahora.

-Ah no. Esa es se invitados. Y seguirá siendo de mi Lancey Lance. -Lance rodó sus ojos riendo.

-Como digas mamá...

-¿Quieres quedarte a cenar? Se te ha hecho tarde y vamos a hacer pizza.

-¿Pizza de...? -a Lance se le empezaba a iluminar la cara.

-Pizza con masa de ajo. Si. -su madre sonrió. Lance asintió y cerró su coche con llave.

-¡Obvio que me quedo! -corrió dentro de casa. Rachel se quejó de fondo.

-¡No me vas a quitar mi parte, cabrón!

Acabo de cenar. Le estaba repitiendo el ajo y de verdad que le estaban dando hasta ganas de vomitar. Pero la pizza que hacía su madre era inigualable. No se podía imitar. Ni en broma.

-Ten cuidado hijo. -su madre sonrió.

-Si mamá.

-Si necesitas algo nos...

-Os llamo. Papá, ya se que hago con mi vida.

-Esta bien. Ten cuidado al volver. -Lance asintió y se fue directo a su nueva casa.

Se había mudado. Ya era hora, vaya.
Tener 20 años y estudios y seguir viviendo con tus madres no quedaba demasiado bien.
Lance cogió las cajas y las fue llevando al salón.
Acabo reventado.
Le dolía la espalda y tenía un sueño de cojones.

Si, tardó poco en organizar lo necesario del cuarto y tirarse a la cama.

Cerró sus ojos y entonces se acordó.

-¡Mierda! -saltó de la cama y encendiendo todas las luces echó la llave y el cerrojo.
Vivía solo, y la costumbre de que estuviese echado en su casa 24 horas al día no se le quitaría tan rápido.
Que aún así vivía cerca de la carretera, un pequeño bosquecito de nada y de la playa de Varadero (un paraíso, a su parecer), nadie entraría a su casa.

Pero mejor prevenir que curar.

La peor parte fue al oir unos jadeos y unos pasos. Un quejido y un golpe seco contra el suelo. Lance se incorporó de nuevo.
Eran las 2 de la mañana. Era tarde.
Se pregunto quien coño era y que hacía un borracho por la calle a esas horas. Lo normal era seguir de fiesta.

Se equivocaba. Delante de su casa había una figura con pelo relativamente largo y sangre.

-¡Joder! - vaya noche que llevaba. Para arriba para abajo, para arriba para abajo...
Abrió la puerta y observó a la figura. ¿Una tía? No, un tío. Uno que al parecer se desangraba por el cuello y las manos. O eso supuso él.

Lance cogió la figura como pudo y la dejo en el suelo, junto a la puerta. Apoyó su espalda en la mencionada y miró al chico. Si, confirmado, era un chico.
Tenía la mejilla con un hilo de sangre corrido.
Se atrevió a limpiarle parte de la cara y vendarle el cuello. Él pensaba que tenía algo, y por eso tanta sangre de ahí.

-Eh... eh chaval... -el mencionado no abría los ojos. -Oh vamos, no quiero un cadáver tan pronto. No, ni pronto ni tarde, nunca. -murmuró. Se levantó y miró el sofá. Seguía cubierto de plástico. Le serviría.
Cogió al chico por el brazo, cargándolo por el hombro. Lo dejó en el sofá y se quedó un rato mirándole. Su respiración era costosa y agitada.
Encendió la luz menos cegadora.

Lance terminó adormilado en las escaleras de su casa, mirando al chico inconsciente.

Pero no tardaría en despertarse.
Sintió un tacto frío y una leve fuerza en su muñeca.
Al abrir los ojos se encontró al chico ensangrentado frente a él, con la muñeca en su mano, de rodillas, con la boca entreabierta.

Tras una conversación de miradas y unos segundos de silencio, Lance se atrevió.

-Que estás...

-Por favor... sólo un poco.

Nos queda la noche. //Klance Vampire!AU  [EN PAUSA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora