-Donde estabas? – el señaló hacia la mesa que había, donde con una pequeña vela estaba leyendo varias cartas.

Me ayudó a hacer mis necesidades y me volvió a meter en la cama.

-Connor, ven conmigo – le dije pero el negó con la cabeza y se sentó otra vez ahí dándome la espalda.

Me volvi a despertar por la mañana. La que se encontraba a mi lado ahora era Dana y mi madre.

-Donde esta Connor? – pregunté ahora con unas pocas fuerzas más.

-Esta fuera, buscando al que te atacó.

-Que ha pasado, está raro y no me habla- tanto Dana como mi madre se miraron y fue esta ultima la que habló.

-Ya sabes hija, su orgullo está por los suelos ahora mismo, lo típico de no haberte protegido, se culpa por haberte sacado a pasear. Hombres – terminó ella y yo pensé que podría ser cierto.

-Tu descansa, pasado un tiempo el se olvidará de su herido orgullo y volverá a ser el mismo – me dijo Dana.

Me desperté por la noche, y ahora Connor si estaba en la habitación.

-Cuando has llegado?

-Esta tarde.

-Por que no me despertaste?

-Por que necesitas descansar Elsbeth.

-Connor – ahora si decidió mirarme – no fue tu culpa.

Salió de la habitación dando un portazo y yo decidi salir detrás de el, lo único es que no tenia las fuerzas suficientes como para correr. Una vez en la puerta escuche una conversación.

-Debes decirle la verdad – reconoci la voz de Dana – algún dia se enterará y no te podrá perdonar.

-Pero como le digo que por mi culpa le han hecho daño a mi mujer y a .... – se quedó callado.

-Connor, debe saberlo. Ella es fuerte, podrá superarlo. Además ya está presa, no podrá huir y es tu mujer quien debe decidir su castigo, es la Reina.

Me tumbé en la cama y decidi no hacer preguntas por el momento, no tenia fuerzas como para saber lo que me escondían.

Paso otra semana hasta que totalmente recuperada y contra las indicaciones del médico, me puse un vestido verde y me encerré en mi despacho.

Paso la mañana entera cuando Connor me aviso de que el y Dana estaban preparados, les dije que quería salir a dar un paseo con ellos.

Salimos fuera y tras varios minutos andando decidi preguntar.

-Os escuche hablar en el pasillo cuando estaba todavía enferma. Que paso?

-Nada – dijo Connor ganándose una mirada reprobatoria de su hermana.

-Connor, soy tu mujer, dime que paso.

-No paso nada.

-Como Reina, te ordeno que me informes de lo que paso y que es lo que me escondes.

-Y como tu marido que soy te digo que no te escondo nada.

-Guardias – grité – llevadlo al calabozo hasta que decida hablar.

El grito de Dana no me llamó tanto la atención como la mirada fría que había visto en Connor, nunca me había mirado así. Fue tan solo un instante hasta que su mirada cambió por furia e indiferencia. Se lo llevaron delante mia y Dana corria tras el intentando convencer a los guardias de que no lo hicieran.

Me volvi al castillo pero esta vez estuve con mis hijos a los que durante este tiempo no había visto. Entrada la noche y ellos acostados fui a mi habitación pero no podía dormir.

Estaba paseando por ella cuando Dana decidió pasar dentro hecha una furia y gritarme todo lo que ellos habían callado.

-No te voy a decir lo que pienso de ti en estos momentos por que no quiero morir azotada o en la horca, pero si te digo que Connor y tus padres te estaban intentando proteger del dolor.

-No – dijo mi madre que estaba entrando en la habitación seguida por mi padre – no se lo digas.

-Junto a esa flecha envenenada que te atravesó murió tu hijo y el de Connor – ella decidió ignorar lo que mi madre le decía – Connor solo intentaba protegerte y que tu no sufras más, por que aparte de la devoción que siente por ti, el te quiere y decidió asumir el todo el dolor.

Sali de ahí y fui derecha a los calabozos donde estaba Ana en una celda y la decidi ignorar por ahora.

-Soltadle – les dije a aquellos que mantenían a Connor encerrado.

El se levantó del camastro que había ahí y salio por la puerta quedando delante mia sin decir ni una palabra.

-No es justo lo que has hecho – le dije – debiste decírmelo.

-No quería verte sufrir más Majestad – dijo con voz fría que me asustó.

-Lo siento, no debi hacerte esto. Perdóname – estaba esperando que lo hiciera pero el decidio salir de ahí y yo fui detrás suya. – Donde vas?

No obtuve contestación alguna. Salió del castillo y yo me encerré en mi despacho. Estaba sentada en mi mesa cuando el entró.

-Me voy.

-Como que te vas? Donde?

-Escuchadme Majestad, nunca, en mi vida me han hecho pasar tanta vergüenza como hoy. Nunca, ni una maldita mujer me ha herido tanto y no se lo voy a permitir a usted por muy Reina que sea.

-Soy tu mujer, no te puedes marchar, eres el Rey.

-No señora, ni soy Rey ni soy su marido, soy su juguete. Maldigo el dia que decidi presentarme ante usted como el dia de nuestra boda.

-Connor, lo siento, me equivoque – estaba llorando pero a el eso no le impresionaba.

-Sabe, me encantaría haberla conocido hace un par de años y ver aquella mujer sonriente, loca y feliz de la que tus padres hablan, aquella que plantaba cara a todo aquel o aquello que se le pusiera por delante.

-Pero si esa soy yo – le dije acercándome a el y tocándole los brazos.

-No, usted Majestad es una persona fría y calculadora que hoy ha demostrado importarle bien poco lo que su marido ha hecho por usted. La he intentado proteger de sufrir la muerte de nuestro pequeño y usted ha decidido encerrarme en los calabozos tal delincuente por no cumplir su orden de hablar. Usted señora no es mi mujer, usted es una Reina que castiga a todo aquel que no cumple con sus ordenes independientemente de quien sea.

-Connor por favor. – el me dio la espalda y se fue hacia la puerta – como decidas abandonar esta habitación no volveras a ver la luz del dia en tu vida – dije con voz fría y la cabeza alta

-Ve lo que le digo señora, se olvida de que no esta hablando con un sirviente. Un matrimonio – volvió a mirarme – no consiste en que uno de ordenes sino en que los dos estén de acuerdo en algo, de que tanto uno como el otro tenga la oportunidad de decidir que va a hacer y yo hoy Mi Reina, decido marcharme con mi clan. Y me da igual que me encierre por que eso no me parará.

Salio del despacho y yo sali al balcón para ver como junto a Dana se marchaba. Miro una vez arriba y vi tristeza y decepcion en sus ojos. 

2.Elsbeth- Saga BethDonde viven las historias. Descúbrelo ahora