Bienvenidos a ‹‹Soy más fuerte que tú››, una colección de testimonios de personas, que cambiaron su vida al descubrir que eran más fuertes que sus agresores.
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No tengo muchos recuerdos de mi padre sin una lata de alcohol a su lado.
Cuando era pequeña solo lo veía cuando estipulaban las visitas (o cuando las cumplía); no era algo que realmente me afectara, ya que creía que era completamente normal. El problema fue cuando mis padres volvieron y nos fuimos a vivir con él.
Mi padre no se podría considerar ‹‹una mala persona››, pero era irresponsable e inmaduro, siempre creyéndose un crío. Las fiestas en la casa eran ‹‹normales››, con hombres alcoholizados y un padre tirado en el piso, casi en coma etílico. Yo creía que esto era normal.
Cuando mi mamá quedó embarazada de mi hermano le puso un alto a todo, y las fiestas fueron intercambiadas por salidas nocturnas... y un padre llegando a las cuatro de la mañana hasta caer al piso.
Las peleas comenzaron a hacerse constantes, con un padre que le sacaba en cara a mi mamá que él era quien llevaba el dinero a la casa (aunque no fuese capaz de mantener más de tres meses un trabajo) mientras la insultaba diciéndole que no hacía nada y era sucia (siendo que mi madre le hacía absolutamente TODO, al punto de lavar su nada higiénica ropa interior que dejaba regada por el piso).
Llegaron momentos en donde, en sus ataques de alcoholismo, nos ‹‹echaba›› de la casa tirando los colchones afuera y la ropa, aunque se retractaba rápidamente y lloraba pidiendo perdón. Lamentablemente, yo era una niña de ocho años que caía en sus manipulaciones emocionales, y mi mamá igual.
Así pasó el tiempo, con un padre alcohólico y laboralmente inestable, mientras veía cómo la fuerte personalidad que tenía mi mamá se iba moldeando al gusto de él, dejándola llena de inseguridades e incluso problemas depresivos. A todo eso se le sumó el nuevo embarazo de mi madre, uno muy complicado a causa de todo a lo que estaba sometida (que luego descubrí fue a causa de una violación por parte de mi padre). También, mi pequeño hermano comenzó a tener un horrible retroceso lingüístico debido a las constantes peleas y shows de mi padre.
Cuando tenía diez años aproximadamente, los trabajos de mi papá duraban menos, el dinero escaseaba aún más y las cosas de valor comenzaron a desaparecer. Descubrí que había otra mierda a agregar a lista: drogas.
Mi padre era un adicto y estaba hasta el fondo. Debía dinero en toda la población y lo pedía en nombre de mi madre.
Recuerdo que un día sacó todo el dinero para su vicio, dejándonos solo mil pesos (chilenos) para sobrevivir al día siguiente.
Creo que todo explotó cuando el maltrato físico inició. Solo sé que un día en Fiestas Patrias, que fuimos a celebrar donde mi abuela, su hermana y mis tíos, cuando tenía once años (dado que mi papá estaba muy drogado como para celebrarlo con nosotros), mi mamá explotó y les contó todo. Obviamente mi familia nos brindó apoyo y nos fuimos de ese lugar.
Los últimos años se han basado en un padre inconstante y a sobrellevar mis traumas, entre ellos el trastorno de ansiedad, fobia desmedida a los alcohólicos y trastorno del sueño.
Mi mamá ha salido adelante superando su depresión y criándonos de la mejor forma. Su personalidad ha vuelto con el pasar de los años y ya no es una niña que se deja engañar por cualquiera.
Quiero que quien lea mi testimonio aprenda a que debe dejar de echarle purpurina a la mierda, creando libros en donde se normaliza el maltrato psicológico, que es igual de grave que el físico.
El abuso de alcohol no es normal, tampoco las drogas.
Por libros así tenemos adolescentes que caen ante el primer chico que les canta cancioncitas de amor. ¿Adivinen? ¡NO VA A CAMBIAR! La única persona que va a cambiar serás tú y a tu gusto.
También, dejen dejar de normalizar los embarazos adolescentes. Tú no serás la única víctima. Nadie debe crecer con un padre o madre así.
