Fuego

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Jeon JungKook no estaba preocupado de tener cuanto antes a su Alma Gemela, al fin y al cabo sólo tenía dieciocho años, se había besado con uno que otro chico en fiestas e incluso hizo algunas locuras con ellos, que realmente, prefería olvidar. En serio no era la gran cosa, tener una pareja con quien vivir para siempre y eso. Su vida, de hecho, se basaba más en ir a clases, a la biblioteca, y al bar de mala muerte en el que todos los estudiantes iban a desordenarse con el rock noventero de fondo y las cervezas heladas.

Era un joven del montón, en resumen.

Fue allí mismo, en ese bar, que una chica de ojos verdes, le sugirió, mientras charlaban sobre lo terrible que era para él el servicio militar obligatorio (del que se había exento debido a sus estudios), que leyera a ByungChul Han. Y JungKook, más por curiosidad que para dárselas de intelectual, siguió la sugerencia y entró a la primera librería que pilló a comprar, si es que había, algún libro de él.

Y allí su vida cambió.

Pero no debido a ByungChul Han, no señor. Sino que debido Park JiMin, su alma gemela que por casualidades de la vida, trabajaba allí.

El suceso resultó ser muy extraño en sí: todos se dieron cuenta de que ambos cambiaron sus ojos negros a unas apasionadas llamaradas de fuego, y que además, se pertenecían mutuamente desde ese instante. Pero lo más raro de todo, fue que JungKook sintió de pronto, que se había transformado en otra persona, pues ahora deseaba, y necesitaba, besar y hacer las cosas que siempre quiso olvidar, pero con JiMin.

Y eso lo volvió loco. Es que JiMin era el hombre más hermoso que había visto en su vida, y quería quitarle ese uniforme de trabajo, para poder fundirse en su cuerpo desnudo como si fuera una lava volcánica comiéndose a la naturaleza de una manera abrasadora.

Pero no pudo hacerlo (o al menos no de inmediato), ya que el chico debía terminar su jornada laboral. Así que simplemente se presentaron tímidos y nerviosos, cruzaron un par de palabras (“¿Edad?”, “¿Ocupación?”, “¿Me esperas hasta que termine mi turno?”), y JungKook aceptó tranquilo su nueva realidad, ansiando que JiMin saliera del trabajo para poder conocerlo mejor.

Tenían que conversar seriamente; decidir cuándo se iban a casar y si iban a adoptar hijos, por ejemplo.

Lo normal.

Así que cuando JiMin salió del lugar, y al fin tenían la posibilidad de conocerse, JungKook pudo decir la sabia frase que planificó en todo el tiempo de espera:

—¿Quieres una cerveza?

Sí, eso dijo.

Pero JiMin, más calmado que horas atrás, se quedó mirándolo en silencio mucho rato, sonriendo dulcemente, para después darle un conciso beso en la boca, y además, proponer algo mucho más interesante que su idea:

—¿Tu casa, la mía, o un motel?

Y Jeon JungKook no tardó demasiado en darse cuenta de que Park JiMin no se refería precisamente a beber cerveza.

xrosesaftersex lo lamento, pero no podía mostrarte todo todo, sino, ¿Qué gracia iba a tener? 7u7r

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