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Tocó el timbre de la señora Wanda mientras reviso el mensaje que me a enviado Romina hace media hora.
Al parecer mañana tendremos noche de disco. Las noches de disco las había inventado hace unos meses el señor Dereck después de haber regresado de Texas, le había gustado tanto la moda country que hacía homenaje una vez al mes. Todos tenían que ir vestidos de vaqueros para poder entrar. Era divertido algunas veces. Le respondí con una manita de pulgar arriba y envíe en el momento que se abría la puerta.

—Hola cariño —me sonrió la señora Wanda. Usaba un vestido color rojo con un desordenado moño que la hacia lucir casual pero elegante. Se veía hermosa.

—Se ve hermosa señora Wanda —en serio lo hacia.

—Gracias, después de todo tenía que aprovechar ya que hace mucho no me sacaba ese viejo —me abrió la puerta dando a entender que podía entrar.

—¿A quién le llamas viejo? —el señor Farell apareció por el umbral de la sala con una sonrisa y el pequeño Henry en sus brazos.

—Adele —gritó, en el momento que me vio. Rápidamente me acerque a tomarlo.

—No sabes cuanto te extrañe —lo abrace mientras el ponía sus manitas en mi cuello.

—Yo también, mami dijo que ibas a venir. Me he puesto muy feliz —él sonrió y pude ver que se le había caído un diente frontal. —Ya no venias tanto, estaba pensando en que me habías dejado de querer —termino, con un puchero.

—¿En qué universo de este planeta yo podría olvidarme de ti? —lo elevo en mis brazos—. ¿Sabes qué eres mi favorito en el mundo entero no?

—Eles la mejol Adele.


Al momento de girar a ver a la señora Wanda se encontraba con una sonrisa en su rostro y el señor Farell a un lado de ella. Dignos de una fotografía de actores. 

—Se ven espectaculares —comente mientras caminaba con Henry en mis brazos hacia ellos.

—No digas eso, mira como se ven los dos —se separo del señor Farell mientras se acerca a nosotros con las manos en la boca—. Cariño tráeme la cámara, quiero captar este lindo momento.

—Ya me adelante —el señor Farell levanto su teléfono mientras sonreía.

Que vergüenza, pero era algo que ellos siempre hacían cuando cuidaba a Henry, y mientras fuera por él era capaz de hacerlo. Era una familia hermosa, y siempre me habían hecho sentir parte de ella, siempre le iba a agradecer a la señora Wanda por eso.

Cada vez que sentía que mi mundo se venia encima, o cuando las facturas no dejaban de aparecer la señora Wanda me abría las puertas de su casa y me ayudaba. Ella decía que yo había hecho mucho por ellos y no debería sentir que les debiera algo, pero lo hacia. La señora Wanda se había portado tan bien conmigo todos estos años y era algo que siempre lo iba a tener presente.

—Bueno. Sera hora de irnos —la señora Wanda camino hacia el armario y saco una chaqueta de ahí y otra para el señor Farell—. Te quedas en tu casa Adele, ya le hemos dado de cenar a Henry pero conociéndolo seguro te pide en unas tres horas.

—¡No es cielto! —grito mientras sacaba la cabeza de mi cuello.

—¿Seguro Henry? —le pregunto el señor Farell mientras aguantaba la risa.

—No. —Se quedo callado un minuto mientras miraba a todos pos presentes—. Bueno, como en tes holas. 

No pude aguantar la risa que en ese momento salio y todos ahí tampoco.

Un capítulo másWhere stories live. Discover now