Capítulo veintidos.

3.7K 292 7
                                    

22. Estoy tan acostumbrado a las personas entrando y saliendo de mi vida, que las que se quedan solo encuentran un desastre cuando lo hacen. —Justin Bieber.

—¿___________? ¿Eres tú?—pregunta mi adorado padre, desde el otro lado de la línea.

Y sí, lo sé. Yo sería la última persona que lo llamaría pero esto era de vida o muerte. Y no tenía a nadie más a quien recurrir realmente. Pero su emoción de...spués de escuchar mi voz, le hizo algo a mi corazón. Él se había emocionado tan solo de escucharme.

Mi padre y yo no teníamos la mejor relación del mundo, y eso lo sabíamos los dos.

— ¿Estas bien?—pregunta ahora.

—Sí—le respondo. —Necesito que me des una autorización para algo.

— ¿Qué es ese algo?—pregunta ahora totalmente serio.

—Para ver a alguien en la cárcel. —le respondo.

Se queda callado y no me dice nada para mi sorpresa, yo pensaba que iba a hacer algo como empezar a gritarme que estaba loca, eso hubiera sido más natural en él.

— ¿Es el joven Bieber, verdad?—pregunta.

Frunzo el ceño automáticamente.

— ¿Cómo sabes de él?

—Sé muchas cosas de ti, __________, tal vez más de las que te imaginas. Y puedo sentir que estas empezando a sentir algo por él…

— ¿Qué?—le digo, y me comienzo a reír. — ¿De qué hablas? Él y yo solo somos amigos. Si incluso lo somos.

— ¿Por qué esas en una comisaria a estas horas si no? Él te importa demasiado, ¿o no?

No respondo y me quedo completamente callada.

—Lo malo de esto, es que por estar con chicos como él, terminas lastimada. —Libera un suspiro antes de volver a hablar—Comunícame con el que está a cargo.

Me acerco a nuevamente a ventanilla y le doy mi teléfono al oficial con el que había estado hablando. Al principio me dice que no piensa dejarme entrar así lo llame el presidente. Pero cuando escucha el nombre de mi padre por el teléfono, se pone totalmente nervioso y se empieza a disculpar con él.

Como un gatito asustado me entrega mi teléfono, y murmura un “Sígueme”.

Empezamos a caminar por las reducidas celdas, y la mayoría están vacías.

—El señor Buckner se ha hecho cargo de tu fianza—dice el oficial, hablándole a alguien en una celda.

Abre esta misma, y de ahí sale Justin.

No me mira. No habla.

Salimos de la comisaria, y él empieza a caminar en dirección opuesta a donde me encuentro. Y no le veo sentido a todo esto. No pienso solo dejarlo ir después de esto. Jalo su brazo, haciéndolo detenerse.

— ¿Qué tenías en la cabeza?—le pregunto.

—No tengo tiempo para esto, bunny. Pero no te preocupes cuando llegue a casa mi padre va a darme el mismo discurso que tu esperabas darme—cruza sus brazos por encima de su pecho, y esta es una de las pocas veces que está totalmente serio.

— ¿Manejar con el doble de límite de alcohol, y poner resistencia a la ley? ¿Estas tratando de matarte?

Se acerca a mí, cerrando la distancia entre nuestros cuerpos.

—No lo entiendes. —me dice.

—No, no lo hago. ¿Porque sigues haciendo esto? Te estas arruinando la vida, Justin.

—No tengo nada por quién luchar, bunny. Soy solo yo.

—Bueno ahora la tienes.

Antes de darle tiempo siquiera a mi cerebro, razonar lo que estoy a punto de hacer, simplemente paso mis manos por su cuello, y mis labios ya están encima de los de él.

Ruego a todos los dioses que pueden existir, que no me aparte de él, porque sería muy vergonzoso. Pero no lo hace. Posa sus manos en la parte más baja de mi cintura, y pega su cuerpo incluso más cerca al mío.

Y esto incluso es más profundo que el beso que nos dimos en el partido de baloncesto. Saca una de sus manos de mi cintura, y ahora está sobre mi mejilla derecha, sosteniendo mi rostro.

Permito que sus labios dominen totalmente los míos, y Justin se encarga de hacerlo realmente muy bien, recorriendo cada pequeña parte de ellos.

Nos apartamos a la fuerza, porque ambos empezamos a necesitar aire, era eso o morir ahogados.

Sus respiraciones están tan agitadas como las mías. Y antes de que yo pueda decir algo, sus manos vuelven a su cintura y me estrecha a su cuerpo en un brazo.

Nuestras manos están entrelazadas y recuesto mi cabeza en su pecho.

Y ahora es que me doy cuenta que es demasiado tarde.

Porque mi padre tenía razón.

Estoy enamorada del idiota caliente, que puede ser la persona más sensible un segundo y al siguiente la más fría de todo el mundo. La persona que me hace reír la mitad del tiempo, y la otra mitad enojar como nadie lo hace.

Estoy enamorada de Justin Bieber.

10 things i hate about you.Waar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu