Capítulo once.

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"De los fumadores podemos aprender la tolerancia. Todavía no conozco uno solo que se haya quejado de los no fumadores" —Alessandro Pertini.

—¿Esta es tu idea de cita? —pregunté, mirando decepcionada el bar que estaba cruzando la calle.

Cuando había aceptado salir con él, me había imaginado los posibles lugares a donde me llevaría. Y realmente no me había hecho muchas ilusiones, Justin no era el tipo de chico que pasaría por ti a tu casa, con un ramo de rosas y saludaría a tus padres amablemente. Así que no estaba esperando una cena romántica a la luz de la luna, ¿pero esto? ¿Cómo tenía tantas chicas detrás de él?

—¿No te gusta? —preguntó ofendido.

—Se ve como un lugar a donde no debería entrar —dije haciendo que Justin se riera escandalosamente.

Un grupo de chicas pasaron por nuestro lado, todas rubias y de piernas largas. Todas, al mismo tiempo, le miraron el trasero a Justin. Él sonrió con suficiencia, orgulloso.

—Ven aquí, bunny —dijo pasando su brazo por encima de mis hombros— es hora de ser una chica mala —dijo esta última parte haciendo su estúpido “tono sexy” en mi oído para después giñarme un ojo.

El lugar se veía mejor por dentro. Si quería venir a un club de strippers. Me sentí rara, usando este vestido de verano rosa. Las demás mujeres, prácticamente no llevaban ropa. Los diminutos shorts, que apenas le cubrían el trasero llamaban la atención de todo el público masculino.

—¿Me has traído a un club de strippers? —pregunté viendo el escenario, que tenía alrededor de cinco largos tubos de metal.

—No es un club de strippers —dijo— Por lo menos no hoy. Hoy es un bar, los martes y jueves es un club de strippers. Puedo traerte uno de esos días, moriría por verte bailando en uno de esos… —no termino la oración debido al golpe que recibió en su abdomen.

—Me veo patética vestida así —dije mientras una morena pasaba por nuestro lado, moviendo sus caderas exageradamente— pudiste haberme dicho a dónde veníamos.

—¿Hubieras venido vestida como puta? Demonios, me hubiera gustado ver eso —recibió otro golpe de parte mía— ¿Por qué me golpeas cada vez que doy mi opinión?

—Si tu opinión no tuviera nada que ver conmigo y algo pervertido no lo haría —respondí y él se volvió a reír.

—¿en serio no te das cuenta de las miradas sucias que estas recibiendo en este momento? Tal vez no te hayas vestido como puta, pero te ves como una pequeña e inocente niña con ese vestido rosa. A la mayoría de hombres les…

—¡Justin! —exclamó una corpulenta mujer encerrando a Justin en un fuerte y doloroso abrazo, que podría apostar lo había dejado sin aire— ¿Quién es esta pequeña chica con la que has venido? —preguntó examinándome con la mirada.

— ¡Lorena! —exclamó con la misma emoción que ella— ella es Bunny, bunny ella es Lorena —la mujer me atrapó en sus brazos de la misma manera que a Justin. Y no me había equivocado con lo del aire, no respiré por cinco segundos, el tiempo que duro el abrazo.

—Cualquier amiga de Justin es mi amiga. ¿Quieren algo de tomar? —preguntó sin darme tiempo de saludarla de vuelta. Lorena aparentaba tener unos cuarenta años bien cumplidos, los tatuajes en su espalda eran muy llamativos, al igual que el color rojo intenso en su cabeza. Y sus labios gruesos estaban pintados de un rojo chillón, que podría distinguir a kilómetros.

—A ella no le van bien los tragos, es una larga historia —respondió— solo nos quedaremos por aquí.

—Como quieras, querido —dijo dándole un sonoro beso en su mejilla antes de irse. Justin se limpió el resto de labial en su mejilla.

10 things i hate about you.Where stories live. Discover now