Capítulo 4: Mansión Agreste

Comenzar desde el principio
                                    

"Adrien."

El joven a su lado se pudo tenso, su mano apretándose casi dolorosamente alrededor de la suya. "Hola padre. ¿Recuerdas a Marinette? Ella a ganado algunos de tus concursos.

"Ah, sí. Señorita Dupain-Cheng. Debo comentar que es un alivio que, entre todas las jovencitas con las que pudiste haber quedado atrapado, Adrien, el destino decidió elegirla. Por lo menos, tiene una cabeza inteligente sobre los hombros y no será mala influencia para ti, como suelen serlo tus habituales conocidos."

Marinette sintió enojo en la base del estómago, sus puños apretándose a sus costados. Adrien se estremeció por la inesperada presión en sus dedos, pero estaba demasiado concentrado en mantener su propio temperamento bajo control. Nada bueno vendría al reñir a su padre, lo había aprendido mientras crecía. Solo una vez, después de la muerte de su madre, defenderse había tenido éxito, principalmente porque Nathalie dio un paso al frente y reorganizó su agenda, para que el pudiera asistir a la escuela pública sin comprometer los preciosos planes de Gabriel.

Antes de que alguno de los dos pudiera hablar, Gabriel bajo despacio por las escaleras, con pasos lentos y medidos que enviaron destellos de terror a ambos adolescentes, cada uno de sus pasos resonó ruidosamente por el usualmente vacío vestíbulo de la mansión, acentuando la sensación de fatalidad.

El magnate de la moda cerró la distancia entre él y los dos aterrorizados adolescentes, sus brazos entrelazados en su espalda y su habitual expresión severa cuidadosamente entrenada en su rostro. "El cambio de temática fue una desafortunada molestia, pero veo que resultó mejor. Los atuendos lucen decentes."

Marinette resopló, deteniéndose unos segundos antes de soltar al propio Gabriel Agreste, lo mucho que se vio afectada por la visión de su único hijo vestido con cuero negro y botas de combate.

Si Adrien notó el obvio cambio en el estado de ánimo de su amiga, no hizo ningún comentario al respecto, sino que optó por ignorar el comentario de apreciación por parte de su padre.

"Habíamos planeado subir a mi cuarto a jugar videojuegos antes de la hora de cenar," Dijo en un tono tenue y tímido que no tenía nada que hacer en la boca de un chico de diecisiete años, que provocó mareo en el estómago de Marinette. "¿Estaría bien, padre?"

"Desde luego," Gabriel respondió sin el más mínimo asomo de calidez o amor paternal. "Primero me gustaría ver más de cerca tu ... situación. ¿Cómo van los dos hasta ahora?"

La inesperada pregunta tomo a Adrien por sorpresa, por lo que solo quedo de pie sin pronunciar palabra, mirando inexpresivamente a su padre mientras el hombre mayor tomaba sus dos manos juntas con dedos largos y fríos. Él inspeccionó de cerca la tierna piel de sus brazos, el más leve rastro de sonrisa tirando de sus labios. "Bien, el metal no dejó marcas. Hubiera sido una total molestia usar Photoshop en las fotos".

Y ahí estaba, el latigazo que Adrien había estado esperando en el momento en que su padre había mostrado alguna preocupación por su bienestar. Aparentemente, Gabriel no había terminado con su montaña rusa emocional, ya que sacó dos tiras de tela aterciopelada cosida en forma de tubo, aproximadamente del tamaño de una muñeca. "Aquí, Adrien. No podemos permitir que obtengas una muñeca irritada por esta desafortunada situación, así que conseguí este puño protector. Se espera que lo lleves debajo de las esposas en todo momento a partir de ahora y hasta que las desbloqueen, para asegurarnos de que no termines con marcas de fricción en tus muñecas en tus sesiones entrantes".

Adrien extendió la mano libre, tomando las esposas de tela de su padre. Perplejo, contempló los dos tubos de terciopelo que descansaban en su palma abierta. "Padre, ¿por qué hay dos?"

"Una vez cortada, la tela en sí misma era inútil. Por lo que, en lugar de desperdiciarlo, pensé que tu amiga, al menos, apreciaría la oportunidad de permanecer libre de imperfecciones. ¿O no debería haberme molestado en ser considerado?

Marinette hizo todo lo posible por ignorar la aguda respiración que tomó su amigo, tomó una de las esposas y la deslizó sobre su muñeca atada. Sus dedos hormigueando agradablemente mientras rozaban la piel cremosa de su brazo interior, tirando suavemente de la tela debajo del metal frío de las esposas. Él devolvió el gesto con los dedos temblorosos, y ella odió cada onza de dolor que leyó tras sus amables ojos verdes.

Under Lock and Key. (Español)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora