Baile de graduación

Comincia dall'inizio
                                    

Podía pedir una disculpa y dejarlo todo como una locura de borrachera, aunque lo dicho era cierto. Se estaba hundiendo en su crisis existencial cuando la cálida mano de Otabek sujetó la suya.

—Y yo te dije que sí—, añadió. —A menos que solo fuera tu ebriedad y ahora te arrepientas.

—¡Sí! Es decir ¡no!, más bien sí—, tartamudeó con la cara resplandeciente y observando como el kazajo alzaba una ceja por su trabalenguas, —Si quiero una oportunidad contigo, Beka.   

Otabek se sentía un poco fuera de lugar ya que no sabía que debía hacer a continuación. —Bien, genial... ¿puedo preguntar algo?—, Yuri asintió—; ¿es cierto lo de la preparatoria?

Sus mejillas se adornaron por un tono acerezado de súbito llegando hasta la nariz respingona. —Sí, es una historia muy complicada.

—¿Por qué nunca me lo dijiste?

Meneó la cabeza negativamente. —A ti te gustaba Mila, nada hubiese cambiado. Solo me habría apartado de ti antes de tiempo—, apretó la tela de la cama entre sus manos. Era la primera vez que despertaba en la cama de alguien sin que existiera algo sexual de por medio—; ¿te arrepientes de tus decisiones de aquel entonces?

Otabek se recargó en la cabecera acojinada. —No, decirte que estoy arrepentido sería como decir que me arrepiento de mis hijas o que nunca sentí nada por Mila. Es algo que es muy evidente, la amé, creo. Teníamos planes—, se encogió de hombros—; no funcionó. Lo más importante para mí siempre serán mis hijas—, recalcó.

—Lo entiendo, yo no busco alejarte de las niñas. Jamás haría algo así.

—Lo sé—, estiró su brazo para revolverle el cabello rubio—, ¿por qué yo? ¿Estás seguro?

El menor tenía esas sinuosas ojeras debajo de sus ojos y por alguna razón, esto le parecía más adorable. Con su estado desarreglado y vulnerable, los labios hinchados por dormir apretado y sus pestañas enmarcando todo tan naturalmente. Los mechones dorados en direcciones rebeldes y la playera alzada de un costado.

Se arrastró por el colchón y quedó más cerca de él. —Porque eres tú y sí, estoy seguro—, lo miró con determinación y después soltó una risita—; además, solo es salir. No tiene por qué ser nada formal todavía, no te estoy pidiendo matrimonio, solo una oportunidad. Y si no te sientes cómodo, lo dejamos.

—Aunque no sea formal, me gustaría decirle a las niñas, ya sabes cómo se ponen. Pero no tienes por qué sentirte obligado o con algún compromiso con ellas o conmigo.

Se arregló el cabello suavemente. En definitiva, esa era la propuesta de novios no novios más peculiar que había tenido en su vida. Ni siquiera solía ser así de descuidado y despertarse del asco cuando está con una persona. Además, leyendo entre palabras, si era un compromiso, no monumental pero si leve y tendría que jugarse todas sus cartas.

—Me parece bien, pero creo que ellas ya...—, apretó los labios.

—Lo saben, absolutamente. Son muy... intuitivas—, frunció el ceño—; también debo dejarles en claro que no eres su padre o algo por el estilo, tampoco no quiero que se ilusionen.

—Imposible que no se ilusionen, Beka—, después del tiempo convivido hasta él mismo se estaba encariñando con las enanas y no sabía si era bueno o malo.

Suspiró. —¿Aún estás seguro de esto?

Se acercó al moreno para abrazarlo por los hombros. —Veamos qué sucede.

—¿Qué sigue ahora?—, preguntó el moreno—; ¿debería...?—, hizo un curioso movimiento de manos.

—Oh no, no es necesario, ¿quieres desayunar?

»Cereza Pastel [Otayuri] AUDove le storie prendono vita. Scoprilo ora