Baile de graduación

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❝Los padres son los huesos con los que los hijos afilan sus dientes.❞
»Peter Ustinov.

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Lo primero que sintió asaltarle al día siguiente fue un terrible dolor de cabeza. Como si una burbuja de nauseas detonara y le produjera escalofríos y fatiga pese haber dormido más de la cuenta. Sediento, mutilado y aceptando su derrota contra las cantidades exageradas de alcohol en su organismo.

Hizo un esfuerzo casi monstruoso por abrir los ojos, se revolvió en las sabanas color malva y se giró hacia el lado contrario, tallándose el rostro. Otabek estaba casi recostado en la cama llevando pijama todavía, la cual consiste en unos pants grises y una camiseta de Batman,  leyendo en silencio. Al sentir el movimiento se apartó de su lectura y miró al ruso que se incorporaba famélico por la resaca.

Yuri no hacía ningún comentario por el momento, solo observaba en silencio sus pies que sobresalían de la cálida manta, donde estaba todo enredado. Llevaba ropa de dormir, la misma que usó los días anteriores y pertenecía a cierto DJ, quien lo examinaba con curiosidad. Realmente no sabía qué esperar con exactitud, que vomitara o que retomara su siesta.

Para el ruso fue catastrófico cuando los recuerdos de ayer le llegaron de golpe, absolutamente todo. Incluso el beso. O los besos. Una avalancha de imágenes en desorden con los instantes de la noche anterior, la pelea con Georgi, que le agarro el trasero a Otabek.

—Perdón—, masculló con una mano apoyada en su estómago que gruñía.

—No hay problema—, cerró el libro y lo dejó en la mesa de noche—; ¿Cómo te sientes?

—Como si estuviera muerto pero esto no es nada que se parezca al cielo gay—, dijo con voz ronca y escuchó la risa baja del kazajo. —¿Hice muchas cosas malas anoche?—. Al final, no estaba muy seguro de querer saber la respuesta. Tenía la boca pastosa y una espantosa necesidad de beber agua. O algo más satisfactorio que el agua.

El mayor se lo pensó, en realidad no fue tan malo. —Bueno, descubrí que soy tu protector de pantalla, luego te caíste del taburete donde estabas sentado en la cocina. Tuve que cargarte, me besaste como cuatro veces de las escaleras hacia acá. Después me dijiste que te gustaba desde la preparatoria pero que no te confesaste porque salía con Mila—, frunció los labios y continúo agregando—; te pusiste a llorar y dijiste que querías mucho a las niñas, lo cual fue muy... raro porque balbuceabas demasiado.

El ruso trataba de regular el calor en su rostro. Vale, tal vez no lo recordaba todo, a partir de que se cayó todo era difuso.

—Luego te calmaste, me abrazaste y dijiste que tenías sueño. Ah, antes de eso te puse el pijama pero creo que sobrentendiste la situación porque hiciste cosas muy interesantes.

—¿Qué cosas?—, ¡jamás volvería a tomar en su vida una gota de alcohol!

El mayor hizo un ademán con la mano restándole importancia. —Quiero omitir tu intento fracasado de striptease por ahora.

Que la tierra se lo trague y lo escupa en casa de su abuelito porque ya no puede seguir escuchando eso. Se cubrió el rostro avergonzado con ambas manos. Otabek sonrió al ver su reacción.

—Y al final, cuando ya estabas quedándote dormido, me dijiste que me querías, que necesitabas salir de la friendzone y me pediste una oportunidad.

Existían besos casuales que pasan por la adrenalina de las circunstancias, una parte de su subconsciente le decía que ese era el motivo por el cual Altin lo besó en los camerinos, por lo que pedir una oportunidad en esa clase de encuentros es sumamente incómodo. Pero su lado esperanzado, el más grande de todos, le dice que es doloroso pensar que se besaron solo por qué si y debe de existir algo tras ello.

»Cereza Pastel [Otayuri] AUWhere stories live. Discover now