I

371 41 11
                                    

Eran las tres de la madrugada cuando escucharon los helicópteros volar sobre sus casas. Con solo oír las hélices del vehículo aéreo sabían que algo no andaba bien, por lo que todas las familias se levantaron rápidamente de sus camas y se dirigieron, manteniendo la calma a pesar del estado de evacuación, a los búnkeres fabricados para la ocasión.

El gobierno había construido ese cobertizo hacía cien años atrás, cuando un ataque de un origen desconocido mató a centenares de personas. La defensiva de la Tierra había sido tan débil que apenas pudieron proteger las vidas de los presidentes de ese momento y, cuando todo acabó, decidieron que no iban a cometer el mismo error. Iban a construir refugios para todas las familias, para todas las personas que quisieran seguir con vida y estaban a punto de comprobar si aquel sistema iba a funcionar.

La gente entraba de forma ordenada a los búnkeres subterráneos, todos a paso firme y sin pánico, como si ya hubieran estado preparados mentalmente para el momento. Se ayudaban entre sí a llevar los bolsos con ropa y comida, se notaba la solidaridad de todos los habitantes y abundaba la positividad.

Media hora después, los refugios ya estaban colmados hasta lo máximo de su capacidad. Las familias se encontraban atiborradas en pequeños cubículos que apenas traían una cama grande, un armario para guardar sus pertenencias y un baño con espacio para una sola persona. La música de cadena nacional sonó desde el centro del lugar y toda la gente se dirigió al salón central para mirar el holograma que proyectaba al señor presidente, quien se encontraba resguardado de una forma privada, sentado en un sillón tapizado de cuero blanco, los brazos apoyados sobre el escritorio de caoba y un vaso de agua a su lado, con un semblante tan serio que estremecería a todo el que lo viera.

—Buenas noches, preciados ciudadanos —comenzó—. Lamentamos sacarlos de la cama a este horario, pero hemos recibido una interferencia inesperada y desconocida del exterior, avisando que un objeto extraño se está acercando a la ciudad. Aún no sabemos qué es, el ejército y los científicos están estudiando todo tipo de posibilidades y espero que en el próximo encuentro pueda comunicarles buenas noticias. Mientras tanto, ustedes deben permanecer en calma, con fe de que todo saldrá bien y confiando en los profesionales que están preparados para este tipo de situaciones. —Tomó un sorbo de agua, acomodó unos papeles y volvió a mirar a la robotcam—. La humanidad no volverá a equivocarse, nosotros somos seres pensantes, tenemos la capacidad y la tecnología para responderle a cualquier cosa que se entrometa en nuestra forma de vida. No nos van a ganar, sigan teniendo fe. Saludos y sean pacientes, muy pronto todo acabará.

La comunicación se cortó precipitadamente, los habitantes se miraron entre sí en silencio, con más dudas que aclaraciones, pero nadie dijo nada. Todos aceptaban lo que pasaba y confiaban en que todo saldría bien. Los iban a proteger.

Interferencia 3.0Where stories live. Discover now