Capitulo 19

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«Se ha cumplido el tiempo —decía—. El reino de Dios está cerca. ¡Arrepiéntanse y crean las buenas nuevas!» Marcos 1:15

Adriano se estremeció al ver el arma apuntándole, mirando la expresión de completa demencia que tenía su único hijo en el rostro — ¡¿Pero qué estás haciendo?! ¡Baja esa arma! — grito al hombre que solo se carcajeo al ser testigo de su miedo. ¡¿Por qué tuvo que acostarse con esa simple prostituta?!

Cuando le dijo a la llorosa mujer que se haría cargo del fruto de su vientre, no pensaba que eso le traería semejantes consecuencias tantos años después. — ¡Maurizio, obedece! — grito colérico, sintiendo el verdadero terror cuando vio que el hombre se acercaba cada vez más, y más. — ¿Por qué debería? — su tono de voz grueso y áspero, dejando a la vista el rencor puro que le corría por las venas.

— Porque soy tu Padre... ¡soy el sumo pontífice! — Maurizio volvió a reír, de manera casi estruendosa — También el hombre que ha cometido pecado tras pecado durante toda su vida y no se arrepiente ni un segundo — espeto con sorna, escuchando los pasos de la guardia suiza llegar por el pasillo. — ¡Era por tu bien! ¡Esa mujer solo iba a traerte problemas a ti y a esta iglesia! — grito el hombre, al borde del pánico, Maurizio negó. — Nada era por mi bien... Todo era por tu propio bien. Pero créeme, Padre, que esto si será por el bien de todos... Dios te salve, padre. — dijo, antes de finalmente disparar.

Finalmente todo había acabado.

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