Capitulo 17

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Luego de su secuestro, su padre vendió a Alessia a Octavia Baviera como prostituta en el burdel que manejaba junto a Antonio Sotelo. Ahí dentro, por desgracia, se convirtió en la favorita de los enfermizos que solían pulular por sus locales, la inocente muchacha fue usada para varias orgias y para satisfacer las fantasías sádicas de los clientes favoritos de esa mujer: los sacerdotes.

Era bien conocido que los religiosos pagaban muy bien por una noche de sexo secreta, un lugar para dejar salir sus perversiones y poder salir airosos de ella para dar la cara a los feligreses nuevamente como si nada pasara. Con tendencia hacia las mujeres jóvenes, los hombres mayores eran los que solían pedir con más frecuencia los servicios de la desdichada muchacha.

También tuvo muchos abortos, tantos, que acabo muriendo desangrada en uno de ellos. Su cadáver enterrado en secreto, sin la despedida que merecía su alma. Solo él pudo rezar por ella, pero ya era demasiado tarde.

Por eso se encontraba ahora mismo caminando por los grandes pasillos del Vaticano, todos habían pagado, ardían en el infierno. Solo quedaba uno de ellos y Maurizio estaba dispuesto a terminar con su venganza para acabar finalmente con ese vacío en su pecho. Se detuvo frente al despacho papal, tocando la gran puerta lentamente. — Adelante — ordeno una voz ronca. Abrió la puerta, mirando directamente a los ojos al anciano de cabello ahora gris y ojos igual de oscurecidos, un poco sorprendido de que sus facciones no cambiaran ni si quiera un poco con los años.

— Su santidad... Padre. —              

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