19. El gym (parte II)

250 12 4
                                    

Salí de clase y me fui a casa rapidísimo. Dejé la mochila tirada en mi habitación, me dirigí hacia la cocina e hice el ritual que hacía siempre que mis padres no estaban a la hora de almorzar: coger una bolsa, meter una cantidad de la comida que me habían dejado preparada (ese día, arroz) en ella y tirarla en algún lugar fuera de casa en cuanto tuviera oportunidad.

Subí a mi habitación y me dispuse a preparar la mochila para irme al gimnasio. Dos toallas, una botella de agua, ropa de deporte... Y allí también metí la bolsa de comida.

Aquél día empezaba mi cuenta atrás, mi "operación spa". ¿El objetivo? Tres semanas (que era lo que faltaba) alternando día de ayuno con día de 300 calorías más dos horas de gimnasio todos los días. Se conformaba con perder 3 kilos, dado que ahora que estaba cerca del IMC 18 estaba bajando mucho más despacio, y algunos días ni tan siquiera bajaba nada.

¡¿CÓMO PUEDES SER TAN GORDA DE NO BAJAR NADA?! ¡SI NO BAJAS SIGNIFICA QUE ERES UNA VACA! ¡QUÉ NO LO ESTÁS HACIENDO LO SUFICIENTEMENTE BIEN! ¡QUÉ COMES DEMASIADO! ¡QUÉ NO ENTRENAS LO SUFICIENTE! ¡GORDA, GORDA, GORDAAAAA! Eso me decía Ana esos días. Ni tan siquiera la veía esos días, estaba enfurecida conmigo. Cumplía la dieta a rajatabla, pero había días que no podía evitar cuestionarme si realmente podía hacer más de lo que hacía. Si todo era mi culpa, como siempre. Al fin y al cabo, era mi culpa, ¿no?


Sacudí la cabeza. De todas formas, con sólo perder 3 kilos ya estaría por debajo del IMC 18, y además underweight, con infrapeso. Ana le había hablado de ese momento:


- Verónica, ¡ese día te sentirás tan feliz! Ya no serás una "gorda saludable", estarás tan cerca de ser tan hermosa y ligera como yo -decía sacudiendo su melena rubia-. Lo que siempre has deseado, lo que todos siempre han esperado de ti. Ese día no lo olvidarás nunca.


No podía evitar emocionarme solo de imaginarme así, delgada, como mis thinspiration. Muslos con una gran separación entre ellos, vientre cóncavo, bracitos delgados y delicados, pómulos marcados. Y feliz, feliz de haber llegado a mi meta, o casi rozarla. Pero para ello debía esforzarme.

Cogí la mochila y me fui al gimnasio. Mi idea era hacer una hora de máquinas y una hora en la cinta, alternando caminar y correr. Y lo vas a hacer. Y lo voy a hacer.


Llegué al gimnasio, no sin antes haber tirado el arroz satánico que mis padres pretendían que comiera. Me dirigí al vestidor, me cambié y me acerqué hasta el espejo. El espejo, mi amigo y mi enemigo a la vez. Durante el día, me paraba varías veces enfrente de ellos y me analizaba. A primera hora de la mañana y después de ir al baño, era cuando más feliz me hacía, ya que era cuando veía el estómago más plano. En cambio, durante el resto del día, me hacía sentir una vaca.

Justamente en aquél momento que me estaba mirando, me sentía como diría Ana, más vaquita Mu que nada. Y seguramente habría seguido mirándome y lamentándome si no hubiera sido porque había más gente en el vestidor, así que, sin más demora, subí a la sala de máquinas.

Mi hora de máquinas pasó, y solo me quedaba una hora de cinta. Empecé a andar y al cabo de unos cinco minutos, empecé a correr. El objetivo eran cinco minutos corriendo y luego otros cinco caminando. Pero no pude ni acabar mis cinco minutos de carrera cuando alguien se puso delante de mí. Puse cara rara y comencé a analizar el rostro que se encontraba enfrente de mí. Y no tardé ni un minuto en reconocerlo. Había cambiado, pero no lo suficiente para mí.

Era él. Paré la cinta. La parte más racional de mí quería ignorarle e irse fuera de allí. Pero mi corazón fue el que hizo lanzarme a sus brazos. Inspirar su aroma. Me sentía como si ese fuera mi hogar, él.

Pasada la impresión, tomé distancia.


- Te he extrañado tanto...

- No lo has hecho, sinó, no te hubieras ido. Porque te recuerdo que fuiste tú quien decidió hacerlo. Y te dio igual dejarme sola.


Tragó saliva, pero no dijo nada. Dí unos pasos, dispuesta a irme, y pasó lo inevitable. Un gran y enorme mareo, que hizo que me tambaleara y perdiera la visión. Ignacio vino a mi rescate al instante, evitando que tropezara y cayera. Podía notar como sus manos me sujetaban.


- ¿Estás bien?

- Sí, solo es que apenas he podido dormir esta noche y ahora me esta pasando factura -dije-.


Y tampoco es que fuera del todo mentira. La noche anterior me costó muchísimo dormirme. Creo que lo logré alrededor de las 4 A.M.


- Ve a cambiarte, nos vemos en 5 minutos en recepción, te llevaré a casa.

<<Cómo si fuera a esperarte>> -pensé-.

- Y ni intentes irte sola, porqué voy a avisar a Teo de que no te deje salir -dijo Ignacio-.


Puse los ojos en blanco y me fui al vestidor.

¡ODIO A LOS HOMBRES!



---------------------------------------------

¡Hola!

Este es el personaje que fue narrador en uno de los capítulos anteriores. La verdad es que había pasado tanto tiempo que lo único que recordaba de lo que pretendía con ese capítulo, era de introducir un personaje masculino que conociera a Verónica, así que este capítulo ha sido algo "raro" de hacer.

Sólo os voy a avanzar una cosa, y es que, por la aparición de este personaje, esto no va a convertirse en una novela pastelosa ni rosa (aunque puede que hayan algunos momentos pastelosos y rosas). ¡Así que no sufráis hahahha!

Seguramente vuelva a publicar el domingo, pero como este capítulo ya esta escrito varios días antes de publicarlo, pues no puedo deciros nada. Pero supongo que el domingo lo tendré.

Un abrazo,


A.

You've reached the end of published parts.

⏰ Last updated: Sep 12, 2018 ⏰

Add this story to your Library to get notified about new parts!

Ana me amaWhere stories live. Discover now