La máscara de la Virgen María

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  Tu que pensarás que eres tan virgen como una monja, tu que pensarás que eres la misma reencarnación de nuestro señor Jesucristo, te diré una cosa, señora puritana y Santa: TE DEJÓ EMBARAZADA UNA PALOMA BLANCA. Caíste en el pecado del deseo, no pudiste vencer a tu naturaleza tan maligna y Satanás te poseyó, porque es realmente a él a quien debes respeto. No trates de ocultar tu verdadera cara por otra maquillada y bondadosa, eres igual de perversa que tu deseo por ser feliz. ¿Te das cuenta? Quizás no, o quizás sí. Deja de llevar la máscara de la pureza, pues todos terminamos cayendo en nuestros pecados. Me río mientras escribo esta mierda: La misma risa que me provoca al alma, igual de poseído por Satanás que tú por dejarte llevar por el deseo y el placer de tu naturaleza. Quizás deberías replantearte dejar de ser monja ahora que todos conocen tu verdadero rostro y empezar a ser un poco más libre y dueña de tu vida. Quizás ese Dios al que rindes homenaje bajo sus imaginarios pies, sea una mujer. ¡Ohhh! ¿Nunca te lo habías replanteado? Puede incluso que seas hasta tú misma ese dios al que tanto veneras. No me veas como la discordia, ni como la serpiente que condenó a Adán y Eva. Mírame como ese mismo plátano o incluso almeja que disfrazaste de paloma blanca con la excusa de que fue enviada por ese Dios al que tanto veneras para concebir así el excesivo ego del que ahora tanto te alimentas. Replanteate la vida en serio, nunca sabrás cuando ese maquillaje que llevas por toda la cara puesto delatará esas arrugas que el tiempo dejará sobre ti. Quizás tan pura y fina al fin y al cabo no seas. No te creas especial mi niña, pues al fin y al cabo todos los libres somos pecadores. Venga no me digas que no estuvo bien, que fue un accidente o que en el fondo no quisiste hacerlo de esa feroz manera con la que te movías, pues vi en tus ojos llenos de deseo como lo gozabas hasta desmayarte de placer. Y yo que soy igual de mujer que tú solo que con más experiencia a la vez, reconocería esa pícara sonrisa de placer y veloz deseo por hacerlo otra vez. La paloma es el símbolo del placer, de lo que te gusta, de lo que añoras con todas tus fuerzas en el fondo, y de lo que llevas ocultando tras tu hipócrita sonrisa. Sé que no te gusta tu vida, la misma confusión puede notarse en tu máscara pincelada. Pero si hay algo que siempre saldrá al fin y al cabo a la luz, de un ser humano, será siempre la verdadera cara: Su verdadera naturaleza. Y es que por más que te pintes cariño mío, nunca lo podrás ocultar...El tiempo te delatará.  

Relatos de un mendigoWhere stories live. Discover now