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Te quiero

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Con pesadez abrí los ojos, me dolía hasta la puta vida. Lo primero que logré ver fue a Malcolm sentado a mi lado sujetando su cabeza con ambas manos, como pude me estire y la toque. Para el fue encontrar el tesoro, sus ojos se iluminaron de una vez.

— Emiliana – Me estampo un beso – Estás bien, muy bien.

— Creo que sí – Me visualice bien, si lo estaba.

Me acordaba de pocas cosas, el episodio de matones siguiendo otros matones «no me incluía en eso, y si que se escucha mal» creo que me había traumado lo suficiente.

— ¿Qué ha pasado? – Pregunté mientras me acomodaba en la grande cama.

— Te desmayaste, fue mucha la desesperación y el pánico... Imaginé lo peor cuando te vi así.

— ¿Estás bien? – Comencé a tocarlo para cerciorarme de que si estaba bien – ¿Hay alguien lastimado?

— Estoy bien, y mientras me sigas tocando así vas a terminar sin ropa. Todos estamos bien, no puedo decir lo mismo por ellos.

Podía asegurar que mis ojos se saldrían de mi cara al escuchar eso.

— ¿Qué quieres decir con eso? ¿Qué ha pasado con ellos?

— No están.

— ¿Aquí? ¿Vivos? ¿Cuál es realmente la palabra?

Ante tanta seriedad, no sabía si debía de asustarme o calmarme. ¡Maldito hombre, acabará con mi vida antes de que yo tenga 30 años!

— Vivos, esa es la palabra – Gesticuló con seriedad.

Tal vez lo era, pero yo no visualizaba a Malcolm como un asesino... Trague fuerte y seco para digerir eso que había escuchado. No lo imaginaba matando a alguien más.

— ¿Quiénes eran?

— Olvidemos el tema, por favor.

— Malcolm – Ya sabía que no dejaría de preguntar.

— Venían por ti – Se sinceró – Y saben que eso implica guerra conmigo, así que esto será un auténtico infierno.

Malcolm se arrepentía de habérmelo dicho, podía verlo en su cara... Ya se imaginaba que pensamientos estaba teniendo. Miré hacía otro lado, intentando entender porque mi padre fue así. ¿Por qué yo? Era todo lo que podía preguntar.

— Háblame con la verdad – Solté – Merezco saberlo todo, suficiente con lo que me han ocultado por años.

— Te quieren muerta, Emiliana – Habló sin escrúpulos – Para ellos eres el obstáculo en su camino, y si pueden eliminarte lo harán.

— ¿Por qué? ¿Por qué soy quien podría tomar el puesto de mi padre?

— Por esa razón. Desde que tu padre murió, las transacciones entre Alemania y Colombia bajaron... Y ellos subieron como la espuma. Lo que es mentira, solo que tu familia todo lo hizo bajo tela, sin hablar de más.

— ¿Y eso nos lleva a qué? – Ya estaba intolerante, seguro Malcolm se obstinaría rápido.

— En cuanto tú tomes el poder, la red de tráfico de Alemania eliminará a los Italianos para darle más poder al cártel de Colombia, que también lo manejaba tu padre... Eso es pérdida para ellos, no les conviene.

— Entonces mientras yo no esté, mejor para ellos...

Asintió. ¿No podía dejarme como herencia un auto deportivo? ¿Una mansión con piscina? ¿Un yate? ¿O simplemente el fideicomiso? ¡No! El hombre debía de dejarme un imperio de narcotraficante que no quiero.

Amores peligrosos pero adictivos • ¡PAUSADA! Donde viven las historias. Descúbrelo ahora