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Nuestra llegada a París fue cálida, pero aún desanimada al ver a Malcolm. Su gorila se encargó de llevar nuestra maletas al hotel pero no iríamos allí.

Otro chofer nos llevó a la clínica, Malcolm iba jugueteando con mis manos de los nervios, mientras que yo iba como niña con juguete nuevo viendo las calles de París. Sin asimilar que era mi primera vez que conocía este país, aunque fuera en estas circunstancias.

— Conocerás a mis padres, espero eso no te atormente.

— ¿Odian a las rubias? – Pregunte burlonamente, para aligerar el ambiente.

— No preciosa, y a ti te amarán. Especialmente mis hermanas.

— Espero así sea – Susurré.

Malcolm hizo su entrada a la clínica lo más bajo perfil que pudiera, pero en el podía notar que ni ganas tenía de entrar allí. Iba caminando tomado de mi mano, y cada paso que daba, la apretaba más. Mis tacones retumbaban contra el piso grisáceo de la clínica, y eran como golpes en mis oídos para este momento de incomodidad.

Una pareja y una niña estaban sentados en una de las sillas laterales en una esquina, pero al ver a Malcolm fue como si un milagro se hubiera hecho presente ante ellos. Su cara cambio totalmente, ya no había tanto dolor.

— Ya pensaba que no venías – Quien supuse yo que es su madre, le dio dos besos.

— No dejaría de venir madre – Dijo con rudeza – Quiero presentarles a Emiliana, mi novia. No es el mejor momento para hacerlo debido a la circunstancias, pero no he podido dejarla en Múnich.

La mirada de su madre brillo por completo, y no sabía que significaba eso. Soltó las manos de Malcolm para acercarse a mí, y ni corta ni perezosa, me abrazó.

— Bienvenida a la familia, y discúlpame que te hemos recibido así... Si Zhari estuviera en este momento con nosotros, se hubiera vuelto loca al saber que su hermano tiene una novia.

— Gracias – Le devolví el abrazo.

Le sonreí de vuelta, no sabía que decir ante eso... Tal vez porque no esperaba que en estas condiciones conociera a su familia. Y mucho menos esperaba que el me presentara como su novia.

Su hermana instantáneamente se pegó a mi, a pesar de que la tristeza reinaba en este momento, congeniaron conmigo. Y su padre, a pesar de ser serio, fue amable. Pero nada comparado con su madre, parecía mi mejor amiga.

— Los familiares de Zhara Schneider, por favor pasar al área de emergencias – Sonó por los altavoces.

Todos se pararon corriendo de su silla para moverse hasta donde los llamaban. Iba calmando a Malcolm, seguro esperaba lo peor.

— Zhara está estable – Todos, incluida yo, suspiramos por la calma que eso nos producía – Solo se ha fracturado el brazo izquierdo, y las piernas solo tienen magulladuras, nada tan serio. Pero por otro lado, la mantendremos en observación por todo el tiempo que estuvo inconsciente y para estar al tanto de que el corazón siga latiendo. 

— ¿Cuantos días estará aquí? – Pregunté.

— Hasta que se disminuyan los riesgos de que su corazón deje de latir.

Malcolm se aferró a mi, tenía miedo aunque estuviera estable.

— ¿Podemos verla? – Preguntó su hermana esperanzada.

— No, aún no está consciente y la hora de visitas comienza a las tres de la tarde. De todas maneras, tengo el número del representante de Zhara y cuando este completamente normal, lo llamaré.

Amores peligrosos pero adictivos • ¡PAUSADA! Donde viven las historias. Descúbrelo ahora