Capítulo 24

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T E S S A N D R A

Todos alguna vez nos ponemos una máscara para que nadie pueda ver las grietas que hay del otro lado, para que los demás no vean nuestros monstruos internos. En The Garden, sin mi antifaz, me siento desnuda. No me gusta que me miren porque no quiero que conozcan a la verdadera persona. Mi antifaz es como una clase de escudo, como los superhéroes con sus poderes, así que cuando él me miró sin la tela cubriendo mi rostro sentí que todo se iba a la deriva. Todas mis pesadillas se hicieron verdad en cuestión de segundos, fue tan rápido que todavía no lo comprendo. Me miraba como si fuera la peor de las personas, y sus palabras... Lo que dijo ha quebrado mi corazón, ¿cómo puede pensar que buscaba su dinero y que me acosté con su padre? ¿Cómo pudo decir todo eso?

Danna se acerca y me envuelve en un abrazo, me obliga a caminar hasta que llegamos al sofá del pasillo.

—Shh, tranquila, es un imbécil —susurra, ni siquiera sé cuándo empecé a llorar. Niego fervientemente con la cabeza, ella no entiende, nadie lo hace.

—No, le escondí lo que soy todo este tiempo. —Mi labio inferior tiembla con violencia, no miro a nadie a pesar de que siento un montón de miradas puestas en mí. Puedo ver los tacones de Megan y escucho que otras chicas se acercan para rodearme.

—Incluso si lo escondiste es un idiota, alguien que te quiere no dice todas esas cosas para lastimarte, alguien que te quiere te lo demuestra y te escucha —murmura, rodeándome.

—Alguien que quiere no dice mentiras —digo, antes de llorar sobre su hombro.

Termino yéndome de The Garden con los ojos llorosos, el pecho doliendo y la garganta cerrada.

Me refugio en mi casa y me quedo hecha un ovillo en la cama sin moverme, no puedo dormir, puedo recordar sus besos y el día que me confesó que había querido jugar conmigo, entiendo que esté enojado, en serio lo hago. En plena madrugada me pongo a dar vueltas por toda la sala; necesito hacer algo, necesito obligarlo para que me escuche, necesita saber la verdad antes de que se hagan más ideas retorcidas en su cabeza.

Llamo un taxi apenas se asoma el sol para no tener que esperar el transporte público y voy hacia su casa, me quedo mirando la reja de forja por un largo tiempo, alzo la mano para tocar el timbre, pero vuelvo a bajarla.

—¿Hija? ¿Estás bien? —Probablemente me veo como la mierda, así que entiendo por qué Becky me mira como si fuera a caerme en cualquier momento. Me siento un poco mal, no puedo negarlo. Su nana se detiene del otro lado de la barrera y me observa con curiosidad.

—S-sí. —Tomo un respiro porque no quiero que se de cuenta de que quiero llorar—. ¿Está Dan? ¿Podría hablar con él?

Su ceño se frunce, sin embargo, asiente con la cabeza. Las puertas se abren, me guía hacia el interior de la casa y me pide que espere en la base de las escaleras, no obstante, tengo miedo de que no me deje acercarme, por lo que subo trotando con el corazón hecho un torbellino.

Gardenia © ✔️ (TG #1) [EN LIBRERÍAS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora