—No me iré —comenzó a decir— Fui invitado esta noche, por tu padre.

—No me importa —frunció el ceño— Lárguese de mi casa.

—Por más que me gustaría complacerte —sonrió divertido— Tendré que decir que no.

Allan dio un paso adelante.

—No puedo entender como mi padre puede ser amigo de alguien como usted —dijo ella frustrada— ¿Le hace sentir superior atacar a las mujeres de esa forma?

—Yo trato a las personas como quiero —aclaró sonriente— Si una atractiva y exasperante mujer irrumpe en mi oficina interrumpiendo una discusión privada, es imposible que no llame la atención —su tono tranquilo la hizo enfurecer.

— ¿Esa es su justificación? —bufó— Sin duda es un idiota.

—Y, —ignoró sus palabras— Si descubro que esa chica es la hija de mí más querido amigo, de la cual me ha contado por varios años y a la que tanto tiempo deseaba conocer, pues —encogió sus hombros— No puedes culparme por hacer lo que hice.

Emma ahora sí sintió la ira recorrerla con violencia, quería darle su merecido. Allan la veía fijamente, sus ojos negros la ponían nerviosa. No sabía qué pensar con esa mirada, algo nuevo para ella. Siempre había sido buena comprendiendo el comportamiento humano, pero con ese sujeto, estaba perdida, sin poder anticipar sus pensamientos.

—Sin duda es un total idiota —volvió a decir— Conozco a los hombres de su clase.

—Te aseguro que nunca conocerás a alguien como yo —dijo sonriendo.

—Y sin duda tiene un ego monumental —lo escudriñó con la mirada— Disfruta haciendo su voluntad con las mujeres para compensar la falta de cariño de su madre, ¿acaso no se sintió querido en casa?

Allan tensó la quijada, molesto. Nadie le hablaba de esa manera, y mucho menos mencionaba a su madre de forma tan despectiva.

—Y como acto de dominio, forza a cualquier mujer a hacer su voluntad —siguió diciendo ella— Cree que con besarme tuvo algún tipo de victoria, pero lo único que me provocó fue asco.

Allan alejó su enojo y se limitó a sonreír. Ya sabía que Emma era diferente, muy diferente, y sabía que no sería fácil tampoco. Y eso le fascinaba, le divertía tanto que estaba pensando volver a besarla solo para ver cómo reaccionaba esta vez.

—Besar es una experiencia deliciosa—susurró inclinándose hacia adelante, como si confesara un secreto importante— El probar la boca de otra persona es uno de los manjares más exquisitos que hay en la tierra, y si es con la mujer correcta no hay nada mejor.

—No se acerque —retrocedió otro paso— No quiero escuchar sus tonterías, mucho menos verlo.

Allan sintió crecer su orgullo.

— ¿No aceptaras el trabajo que te ofrezco?

—Por supuesto que no —aclaró.

— ¿Y si te pidiera algo que no tiene que ver con el trabajo? —sonrió pícaro.

Emma resopló por tercera vez, y no respondió.

—Escucha lo que tengo que decir —pidió— No puedes rechazar algo que no conoces.

—No me interesa saber nada de lo que usted diga, entiéndalo de una vez —tensó su mandíbula. ¿Por qué insistía tanto?

—Estoy seguro que después de que te explique, lo considerarás —habló sin importarle su negativa.

—-Váyase —ordenó de nuevo— No quiero verlo de nuevo.

—Eso lo veremos... —susurró rodeándola con sus brazos.

Falsas Impresiones [Libro I]Where stories live. Discover now