Capítulo 12 «El parque de diversiones»

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« Anthony, este juego es simple, sólo debes tomar una de las espadas que hay sobre la mesa e introducir una de ellas en tu garganta, si lo logras vivirás, sólo procura no moverte mucho»

Anthony observó las espadas, brillantes espadas, podrían ser falsas o reales, pero sólo cuando sujeto una de ellas y sintió el peso del metal, supo lo reales que eran y mientras la sujetaba, un público le aplaudía sin razón. Anthony respiró profundo, trago saliva, miro a su alrededor, pensó en ver a alguno de sus amigos, pero sólo habían caras borrosas, rostros que aún de cerca, Anthony no lograba distinguir, era confuso aquella situación, pero la espada seguía en su mano derecha, aquella mano temblaba un poco, su respiración se aceleró al igual que sus latidos, entonces miro la espada, y se encontró con su reflejo. Era el, sin duda era el, su padre, en ese instante la espada reflejaba el rostro de quien lo había abandonado, su mirada perdida, esos ojos llenos de secretos, ahora lo miraban a él y Anthony sintió que ese hombre no era su padre, aquel hombre que lo abandonó por otro hombre no era su padre, pues no importaba la orientación sexual o las preferencias de su padre, sólo que cuando se fue no le importó dañar a su familia, se alejó y rompió todo, y ahora Anthony levantaba una espada.

Anthony abrió su boca, levantó la espada y con un brazo que temblaba comenzó a introducir aquella espada en su interior, el frío metal tocó su lengua y una extraña sensación le invadió su cuerpo, en ese instante se dio cuenta de lo que hacía e intentó sacar la espada de su boca, pero una sombra se elevó detrás de él, al mirar el reflejo en la espada observó a su padre. Anthony se retiró la espada y la empuño contra su padre quien tomó la otra espada.
Mi pequeño, le decía y a la vez se acercaba más y más, hasta estar lo suficientemente cerca como para abrazarlo, pero Anthony miraba a su alrededor y los rostros borrosos comienzan a desaparecer, las personas ya no están y tampoco su padre. Y frente a Anthony sólo hay un hombre alto, vestido muy elegantemente y con una espada en su mano, Anthony retrocede pero el frío metal de la espada en su pecho lo detiene, después ese mismo sentimiento lo siente en su abdomen y antes de que pueda hacer algo, aquel hombre le toma por el cuello y abriendo su boca, le introduce una espada, la cual ingresó bruscamente, cortado todo a su paso, haciendo que Anthony termine de rodillas y con tres espadas en su cuerpo.

Lejos de casi todos, se encontraba Maicol, quien buscaba a sus compañeros, pero al no verlos se sentó en el borde del camino, con la esperanza de verlos pasar, pero los minutos pasaban y nadie se asomaba fue entonces cuando Caronte hablo desde una radio.

«Maicol, he notado que ocultas tus heridas muy bien, esos cortes que haces en tu brazo, ¿Son por que no te sientes feliz? O sólo porque sabes que eres un ser infeliz...»

Maicol miro sus manos y observó hilos de sangre y al subir las mangas de su suéter, se encontró con cortaduras profundas. Al ver la sangre correr, sintió como su cuerpo se adormecía y cayendo de rodillas su sangre corría hasta llegar a la tierra polvorienta, después dibujando una sonrisa en sus labios se dejaba ir, hasta sentir comezón en sus heridas. Al verlas Maicol observó una protuberancias que iban creciendo y cuando alcanzaban cierto tamaño, explotaban salpicando su rostro con su propia sangre, y del interior salían gusanos, los cuales caían en la tierra, la cual estaba bañada por la sangre de Maicol.
Maicol quiso parar todo, pero las protuberancias eran cada vez mayores y cada vez era menos la carne en sus brazos, poco a poco con horror, Maicol observó sus propios huesos y resbalando sobre su sangre cae y sin músculos en sus brazos, estos se fracturaron, dejando a Maicol en un charco de sangre, semejante al lodo, el cual finalmente terminó ahogándolo, Maicol se ahogó con su propia sangre, aquella que al verla correr le causaba una extraña felicidad, una felicidad efímera, fugaz y miserable.

Pero mientras ya dos de los cuatro jóvenes habían muerto, Samuel se encontraba en el cuarto de los espejos, al ingresar se llevó un ligero susto al ver su propio reflejo en la entrada, pero siguió caminando, cada espejo parecía reflejar una versión deformada de el mismo.

- ¿Dónde estarán los demás? - se preguntaba Samuel, pero antes de profundizar en ellos, un reflejo fugaz paso frente a él, y al parecer ya no estaba sólo, alguien le hacía compañía o sólo era su imaginación. Pero antes de llegar a cualquier conclusión, Caronte hablo desde una radio junto a uno de los espejos.

«Samuel, aún en la soledad del abandono, nunca se está sólo realmente, aún en la ausencia, existe la compañía. Ahora el tiempo se termina y debes tomar una decisión, sólo que se que no eres capaz de hacerlo, porque eres igual q tu padre, el tampoco pudo soportar a una persona como tú, sólo que el supo escapar de ti, la pregunta es ¿Podrás huir de ti mismo? »

Samuel sintió un fuerte dolor de cabeza, que le hizo darle un golpe a uno de los espejos, con la intención de romperlo, pero lo que recibió fue un golpe en el rostro, alguien le había golpeado. Samuel más molesto volvió a golpear el espejo que tenía frente a él, una y otra vez y sin saber la razón, se vio de rodillas y con fuertes heridas en su cuerpo. Molesto intento dar un golpe más pero comprendió el efecto en el, por lo cual se levantó y comenzó a caminar mal herido.

Sus pasos lo llevaron al centro de aquel cuarto de espejos, el cual era una habitación circular, la cual estaba rodeada por espejos, los cuales reflejaban a Samuel y a una segunda persona en la habitación, pero cuando Samuel volteo a su alrededor, se encontró sólo. Al caminar hacia la izquierda, la otra persona, la cual ocultaba su rostro con una capucha, se dirigía en el sentido contrario, si Samuel alzaba la mano derecha, la otra persona alzaba la izquierda. Samuel se acercó lentamente y la otra persona se alejó. A pesar de que no podía ver el rostro de la otra persona, el sentía que lo conocía, por lo cual hizo el gesto de colocarse una capucha y la otra persona lentamente se fue quitando la suya, hasta que Samuel exclamó.

- !Ben!
Aquella persona era su amigo Ben, quien le había seguido, y ahora estaba a su lado. Esto le causó seguridad y se alejó un poco de los espejos sólo para ver más cerca a Ben, pero el no se movió, al contrario sonrió y como si fuera otra persona, se lanzó contra Samuel, golpeándolo en el rostro, para después levantarlo y lanzarlo contra los espejos, Samuel se defendió golpeado el rostro de su amigo, quien sin una aparente razón le golpeaba.

-¿Qué haces Ben? - pregunto Samuel.

- No lo sé...

Aquella respuesta desconcertó a Samuel, pues ese no parecía ser Ben, más bien parecía ser su padre, aquel hombre que las noticias llamaron el asesino sin razón, pues masacró a más de diez personas antes de ser detenido por la policía, pero para detenerlo fue necesario disparar hasta agotar las municiones, pues su deseo sin razón por la sangre no lo detenía y ahora Ben hacía lo mismo.

«Sabes que todos tenemos fantasmas que acechan nuestro presente y a veces no sólo ganan, hacen más que eso, aquellos fantasmas del pasado tienen a controlar a los débiles, a los miserables y es porque el miedo te hace un instrumento para el dolor y temo que pronto serás víctima de un dolor ajeno»

Ben tomó un trozo de espejo y antes de que Samuel logrará hacer algo, le clavó el espejo en el cuello y abriendo su cuello con ese trozo de espejo observó la sangre salir y a su amigo convulsionar, para después ver sus manos y en un trozo de espejo el reflejo de un criminal...

«A veces las cosas son mejores cuando son improvisadas, pues todos tienen un pasado con fantasmas y hoy la fragilidad de la vida fue evidenciada, así que los espero para el siguiente programa, pues estoy armando un lugar especial para todos los afortunados ganadores y en el último capítulo de Frecuencia Mortal, verán mi rostro y será lo último que vean»

Frecuencia Mortal  [Terminada]Where stories live. Discover now