Capítulo 39.

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REESE.

Aunque no nos guste admitirlo, Eros y yo nos sentimos atraídos el uno por el otro desde que nos conocimos.

Hicimos lo posible por evitarlo. Yo llegué a odiarlo y se que él no me soportaba. Pero siempre estaba esa potente vibración en el aire que me hacía sentir tan viva cuando él estaba cerca. Siempre estuvo esa irresistible tentación ahí, para los dos. En medio de todo el desastre tuvimos que encontrarnos. Y aunque lo intentara, no podría odiarle, porque un día sin avisar, me salvó. Y ha vuelto a hacerlo más veces de las que me gustaría admitir desde aquel día.

Después de todo lo que hemos pasado, no fue muy difícil comenzar a querernos. Y lo más importante de todo. A confiar.

Confiaba en él plenamente. Mi vida había estado entre sus manos y jamás la había dejado caer, a pesar de encontrarnos justo en el centro de un maldito terremoto contra el cual no podíamos luchar.

Y eso, es algo que Ariadna Taylor y Justin McGray no habían tenido en cuenta al idear su estúpido plan.

Los labios de Ariadna se mueven frenéticamente sobre los de Eros, mientras sus manos pasan por su nunca y a mi me entran náuseas de verlo.

Eros parece estar en shock, no le da tiempo a reaccionar cuando esta de repente se gira y hace una mueca de sorpresa hacia mi.

-Oh Dios mío, Reese, no queríamos que te enteraras de esta manera...

Eros me mira y puedo ver el pánico en su cara. No sabe qué hacer. Se limpia la boca con la manga de su smoking y nos mira a ambas, negando con la cabeza. Diciéndome una y otra vez que esto no es real, que todo lo que he visto ha sido intencionado, sin llegar a mencionar el plan.

Los dos están esperando mi reacción. Una reacción de ira. De furia y rabia. Ambos esperan a que me enfade y salga corriendo. Pero eso, no va a pasar.

Eros y yo hemos decidido jugar y lo hemos echo con ventaja. Sabíamos que tenían un plan. Y esto definitivamente es parte de él. Estoy completamente segura.

Me acerco tranquilamente a Ariadna, con pasos lentos y respirando hondo. Una vez llego hasta donde está, la miro directamente a los ojos.

-¿Sabes qué? -ella parece confundida. No contesta, se queda ahí de pie, esperando mi respuesta.- Llevo queriendo hacer esto desde hace mucho tiempo.

Y antes de que pueda contestar, estampo la palma de mi mano contra su mejilla lo más fuerte posible, haciendo que hasta su maldito cuello gire.

-Eres una maldita zorra. -dice poniendo su mano sobre la zona, con los ojos aguados.

-Qué lastima que no lo hubieras sabido antes de meterte conmigo. -digo propinándole una patada la cual consigue tirarla al suelo.

-Jodida ostia. -murmura Eros con la boca casi abierta.

NO soy violenta. Mis padres siempre me educaron para ser lo más educada posible y hacer las cosas debidamente y con cabeza. Y cuando mi madre faltó, mi padre siguió educándome en el camino de la paz.

Pero es que esta chica había intentado matarme. Me la había estado jugando desde hace meses y también se había metido con Eros. Simplemente es algo que no puedo controlar.

-¡Menos mal que vas a tener lo que mereces, Reese Russell! -exclama desde el suelo con furia.

-Te has delatado a ti misma, "querida". -digo utilizando sus palabras en su contra.- Voy a llamar a la policía. Se acabaron las cartas anónimas, los ataques, y se acabó todo. Irás a la cárcel. Tú y Justin.

Mala influencia®  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora