Capítulo Nº 8 | parte 3

2.9K 477 386
                                    

No olviden comentar >:'v Demuéstrenme que no me estoy peleando con la PC en vano.


¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


Me quedé gélido allí con la boca abierta al ver a Jean frente a mí, porque en mi primer vistazo se me asemejó demasiado a un chico atractivo, sin embargo luego de saber que era ella comencé a notar detalles que antes no había notado, como que tenía pechos –pequeños pero los tenía–, o que sus caderas eran amplias, e incluso que su mirada –muy seductora en verdad– era la de una mujer, con sus largas y tupidas pestañas. Sus rasgos eran femeninos pero, dependía mucho de cómo actuaba o los gestos que hacía, podía verse muy varonil.

—¿Qué, quieres que vuelva a besarte? —dijo con una sonrisa de lado que me hizo tragar saliva y mirar hacia los costados sin saber bien qué decir. Luego se rio y me lanzó un golpe con su puño hacia el hombro—. ¡Estoy bromeando! Ya déjame entrar que hace frío y no traje suficiente abrigo.

Me hice a un lado para que pudiera entrar y noté que llevaba una gran mochila a la espalda colgada de un solo hombro, pero no bien me dio la espalda me tomé del hombro con un gran gesto de dolor, sentí que me ardía y fue inevitable quejarme con un «auch» al frotarme, y Alex comenzó a reírse al ver mi gesto adolorido.

En verdad golpeaba muy fuerte, más que Chrissy, incluso más que Eric enojado...

La vi besuquear a mamá en las mejillas y conversar con ella animadamente, le agradecía por venir y Jean parecía estar gustosa con esa invitación. ¿Cómo rayos mamá pudo reconocerla en la calle? No se parecía en nada a la Jean que yo recordaba, y no fui el único, cuando mamá la presentó con los demás Eric me miró con un gesto extrañado, con esos códigos de mirada que teníamos desde niños.

Me acerqué rápidamente hacia a mi amigo para poder susurrarle:

—¿No me habías dicho que la habías visto?

—Eso fue hace tres años, Al, a mí también me sorprende...

—Me besó, hermano, no entiendo un carajo —le dije con un gesto torcido.

Eric solo se encogió de hombros y giramos para ver a esa chica que se sentó a la mesa junto a mamá luego de correr la silla, pero no se sentó de forma «normal», sino que dio vuelta la silla para poder sentarse de piernas abiertas contra el respaldo y apoyar sus brazos en este, como probablemente haría yo para conversar con Eric.

—¿Eric? —dijo ella de repente al verlo y abrió sus ojos con sorpresa.

—¿Jean? —respondió él, imitando su tono de voz.

—Nunca fuiste bueno para los chistes —escupió ella y luego lo miró de arriba hacia abajo—. Pero mira que has crecido, enano. Te pusiste bien bueno, ¿eh?

—No más que Al —se rio Eric y ella giró para verme.

—Al siempre fue atractivo, tú eres sexy. Es muy diferente.

Pequeños sorbos de téDonde viven las historias. Descúbrelo ahora