LA CAPERUZA DEL LOBO © (I HDH)

CAPÍTULO QUINCE: EL EJERCITO

Gorkan se recogió el cabello, quitando cualquier mecha de su rostro. Apretó los labios y se colocó el abrigo de piel encima de sus hombros, haciéndolo ver mucho más grande de lo que era. Sus cejas fruncidas y los labios apretados, provocaban que más de un cazador corriera la mirada y huyera, sus facciones eran salvajes, e incluso algunos de los aldeanos habían hecho apuestas por la valiente que terminara teniendo su amor.

Era un animal.

Al igual que su hermano, aunque éste era más amable y su mirada más suave. Gorius también se recogió el cabello y se puso el abrigo de piel, para después poner su mano en el hombro de su hermano, dándole un suave apretón. Hoy saldrían, ya estaba la tropa del rey, enorme y poderosa, al igual que los que caperucita había preparado, desde muy temprano, el líder lobo había mandado aviso a Fuego para que estuvieran preparados por si alguna tropa se hubiera ido más adelante y atacaría sin que los demás se dieran cuentan.

Ambos hermanos soltaron el aire contenido y salieron de la casa, viendo alrededor, como los cazadores reían abiertamente y otros se despedían de sus esposas y de sus hijos. Gastón estaba en una esquina, hablando con algunos cazadores y a lado Mailes sonriendo y dando sorbo a su lata de licor.

Gorkan apretó los labios, cruzando los brazos barriendo su mirada alrededor hasta que sus ojos chocaron con los de Lia, ella alzó la quijada y sus ojos brillaron, para después sonreírle con descaro. Llevaba un traje de cazadora, su cabello suelto y en sus hombros estaba amarrada su caperuza roja, la joven miró alrededor y sostuvo la vaina donde estaba su espada. Se movió por el lugar con gracia hasta que se detuvo frente a su tío, éste sonriente envolvió sus manos alrededor de sus hombros y besó su frente con cariño. El viejo levantó la mano y apareció su mujer, con sus hijas menores y atrás, Liana. Los ojos del lobo viajaron hacia sus nudillos rotos y frunció el ceño, viendo su mueca y lo vidrioso que estaban sus ojos.

—Detente. No te des a la evidencia. Basta, Gorkan —el aludido gruñó y terminó asintiendo. Un carruaje llegó, Mailes se apresuró abrir la puerta y su esposa subió seguido de sus hijas, Liana se detuvo, mirando hacia atrás donde se encontraba el hermano de caperucita, Odell. Éste levantó la mano y le sonrió, la joven asintió para después subir, mirando de reojo al lobo.

Todo se quedó en silencio por largos minutos hasta que caperucita llamó la atención de todos. Sus ojos brillaron alrededor, viendo a su gente, la tropa grande y como todos estaban preparados para atacar. Para todo aquel que se atravesara en su camino, y ella acabaría con todos ellos.

—Hoy empieza la aventura, hoy es el inicio de algo grande —se deleitó viendo el rostro de los demás, por unos segundos sus ojos se detuvieron en Gorkan, el cual la miraba serio, la joven le sonrió y volvió hablar—. Hoy mostraremos lo fuerte y lo superiores que somos, hoy acabaremos con aquellas bestias que se hacen llamar criaturas sagradas. ¿Quién está conmigo? ¿Quién esta con caperucita roja?

— ¡Nosotros! ¡Nosotros! —gritaron todos, levantando su espada y riendo abiertamente.

Se dio una orden más, y solo algunos usarían caballo, los demás irían a pie. Los hermanos permanecieron juntos, serios y callados, mirando alrededor. Viendo la cantidad de humanos y sus armas, y ellos siendo dos, sin saber ahora cómo defender a los suyos.

Salieron del pueblo y Gorius vio como las puertas eran cerradas con fuerza, para proteger a los pocos pobladores que quedaban en esas tierras. Gorkan miró al frente, viendo a Gastón regocijarse en cada paso, en reír abiertamente y bramar que pronto tendría las cabezas de esos animales en su mansión, que serían su mayor orgullo.

— ¿Crees que estén preparados? —Gorius miró a su hermano y asintió, regalándole una tensa sonrisa.

—Los nuestros son más, y tenemos el apoyo de familia. Todos estarán bien. Calma, no dejaremos que ataquen a los nuestros.