Samantha aguardaba ansiosa dentro del molino por su superior, quien le daría su primera misión en la tierra. Ella se había puesto sus mejores prendas, una túnica color crema y un abrigo que rozaba el suelo, sus cabellos dorados estaban sueltos y solo acomodaba algunos mechones tras sus orejas, así mismo llevando consigo en un zurrón un pequeño frasco, un papel y tinta, el resto del espacio seria ocupado por cosas más importantes; nerviosa se levantó en cuanto la puerta se abrió frente a ella dejando ver  a aquel ser poderoso. Ambos de pie él le explicó cómo sería su estancia, y le recalcó las reglas.

-Sam, ¿Estás lista?- Ambos intercambiaron miradas mientras el contrario le extendía algunas cosas que ella debía llevar consigo, ella asintió y leyó los papeles que se le habían entregado.

Una vez que la mayor parte de cosas se le habían sido entregadas, el sacó la ultima pieza que pasaría a su pertenencia; una pequeña esfera de cristal reposaba entre sus manos y esta emitía una luz tenue color verde.

-Escucha con atención, este pequeño objeto, es el alma de tu humano, te guiara a el cuando llegues a la tierra, si este titila significa que está en peligro y si se apaga significa que ha muerto; mientras esté en tus manos debes evitar que la luz se apague pero recordando que no puedes tener ningún contacto físico con el dueño ¿Te quedó claro?- El otro ángel le miro fijamente y ella solo pudo asentir ligeramente. 

-Demian...- Leyó Sam en aquella hoja. -El es un elemental- Dijo con un poco de temor y con un tono de voz apenas audible. 

-Y esa es una razón suficiente para mantenerlo con vida, si logras esto, podrás pagarme el favor que te hice al abogar por tu libertad y que te dieran este pedazo de paraíso-.

-Entiendo, y juro que le pagaré eso- Aseguró como ultimo para tomar aquella esfera y guardarla en el zurrón, retomado su camino con el resto de los ángeles que bajarían.

Sam se formó con el resto y comenzaron a atravesar los portales por tantos, cayendo desde el cielo hasta el lugar que les correspondía; ella había visto millones de veces el mundo humano en sus sueños, imaginando el como seria sentirlo y vivirlo, suspiró y finalmente descendió.

Antes de caer extendió sus alas para amortiguar, y así lenta y cuidadosamente poner sus pies sobre la humedad de la tierra, Sam había caído en medio de un bosque, con altos y lúgubres arboles al rededor, ella nunca había contemplado algo como tal y sus sentidos estaban desconcertados por la esencia, la apariencia y el clima, el cielo incluso se veía diferente desde aquel punto, pues estaba completamente oscuro, ella dio unos cuantos pasos para poder tocar el tronco de un árbol y así conocer la textura, a su vez que se familiarizaba con el suelo y la tierra entre sus dedos, tocó las hojas y atenta a la rozadura del aire con sus mejillas; suspiró y recordó su propósito. Tomó entre sus manos la esfera que había guardado, la contempló y a los pocos segundos esta empezó a tintinear, Sam asustada miró en todas direcciones tratando de encontrar algún camino, pues sabia que su humano estaba en peligro, atrajo el objeto hacia sus labios y le susurro. 

-Dime cómo encontrarte-

Y como si fuese un imán, este empezó a conducirla entre los arboles y la oscuridad de la noche, guiándola hasta la entrada de una aldea, ella alzó la vista y todo estaba ardiendo en llamas, caminó entre las casas mientras la esfera se lo indicaba, observó a todos los humanos que corrían despavoridos de un lado a otro, llevando agua y tratando de apagar el fuego, por supuesto que ninguno de ellos la veía y ella solo continuaba caminando, hasta de pronto algo la detuvo en seco, algo más allá que su indicador, su instinto le llamo en forma de llanto; miró por encima de toda la gente y el desastre, escuchó atenta aquel sonido inquietante que retumbaba incluso dentro de su cabeza, la cual giró y llevó sus pasos hacia un camino del lado derecho. Aquel llanto era cada vez más intenso, hasta que el objeto en sus manos le indico una casa que estaba a punto de ser consumida por completo por el fuego; y sin dudarlo por un instante se adentró al lugar que comenzaba a desmoronarse, se encontraba en una especie de hechizo, pues ella sentía a tal magnitud la atracción de aquel ser, llegando al grado de caminar entre el fuego.

Llegó a la parte central de la casa en donde se encontraba una cuna tallada en madera y a la cual el fuego estaba por alcanzarle, Sam extendió sus alas ahuyentandolo y una pequeñita mano se asomó de aquella cuna, ella se acercó con lentitud hasta que pudo visualizar un cuerpo semejante al suyo, pero en una forma muy reducida. El techo estaba por caerle encima y ella se interpuso poniendo el cuerpo arriba de la estructura y enrollandolo con sus alas, evitando que las maderas cayesen sobre su frágil cuerpo y las llamas le alcanzaran

Fue entonces que Sam le miró accidentalmente a los ojos, su llanto había cesado y ambos se encontraban extasiados uno del otro, el mundo se desvaneció, el tiempo dejó de correr y su respiración se pausó, para ella fue inevitable sonreirle, pues nunca en su miserable vida había contemplado algo tan frágil, cálido e incluso radiante. Aquel bello ángel no había visto  el amor tan puro hasta que le vio a los ojos, pues a través de ellos podía ver un hermoso prado verde repleto de anhelos, sueños y todo lo contrario a lo que los demás ángeles hablaban de los humanos. Y como si el formara parte de ella pudo sentir el latir de su corazón en su pecho, y escuchar su respiración a un lado de su oído; ese pequeño niño extendió su mano en dirección a Sam y le rozó ligeramente la mejilla con la punta de los dedos.

Sam entendió aquella noche que el alma que estaba protegiendo era mas pura que ella misma, que su encanto y la rozadura de su piel contra la suya la había sentenciado al amor y a la perdición. 

Y así es como comienza el romance mas trágico de esta historia, y ninguno de ellos sabia lo que les esperaba en el futuro, ni siquiera Sam podía verlo.

♤ EL CIRCO DE LOS "SUEÑOS" ♤Donde viven las historias. Descúbrelo ahora