♤ EL CIRCO DE LOS "SUEÑOS" ♤

⭐CAPITULO 7.5⭐

"PARADISE"

SAMANTHA

"Eres el ser infinito dormido
Soñando que es un ser humano"

Los humanos tienen la costumbre de confundir el pasado, los recuerdos y diversos sucesos, con sueños, pesadillas en su mayoría si estos no son agradables, y se quedan así; como sueños insuperables y escalofriantes. Si los humanos fueran ángeles, estos no soñarían, y a decir verdad, sufrirían un poco si trataran de hacerlo. 

Y así como los humanos han ambicionado por siglos el paraíso del todo poderoso, hay seres que desearían huir de el.

Ya hace mucho existió un lugar cercano al paraíso que albergaba a los condenados, por su puesto que eran ángeles, pues el cielo estaba repleto de ellos, pero estos ángeles no eran tan comunes y a su vez representaban un peligro para su dueño.  Este lugar era conocido como el cuarto reino, nunca amanecía, tampoco anochecía, simplemente existía un cálido atardecer acompañado de flores blancas que indicaban las estaciones del año en la tierra, que eran capullos en invierno y comenzaban a florecer en primavera, hasta que se marchitaban en otoño; el campo estaba adornado con un molino justo en medio, donde los prisioneros solían pasar sus días en espera de su liberación y el cumplimiento de su condena, haciendo tareas pequeñas como escribir nombres en los pergaminos. 

Desde un principio este lugar no fue muy habitado, primero habían cuatro, un ángel que había conspirado con Luzbel y que decidieron no expulsar sino más bien aprisionar, el segundo había bajado a la tierra por curiosidad y sin permiso, por lo cual informó a los demás sobre las atrocidades que los humanos hacían en su nombre, el tercer ángel podía ver la tierra humana y sus acciones por medio de su mente y aunque su don fuera útil creyeron que este intentaría desterrar al dueño del paraíso; el ultimo ángel era una mujer, y podía soñar, tenia el don de gozar de un descanso humano y ver catástrofes, personas y situaciones pasadas, actuales y futuras para los humanos y todo aquel ser que tuviera vida.
Sin embargo el tiempo se encargó de que el número se redujera, pues la mayoría optó por no seguir viviendo en medio de una locura silenciosa y repetitiva, aceptando así el castigo divino y por consiguiente, la muerte. 

Solo uno de los cuatro se mantuvo con vida, incluso con cordura y su sentencia fue perdonada al notar que este pequeño capullo parecía inofensivo, y con paciencia su encierro terminó con una condición y una nueva oportunidad para ser algo, alguien y vivir su inmortalidad cómodamente, dejando a un lado deseos carnales y todas esas cosas que no estaban hechas para su especie.

Su nombre era Samantha y era la dueña del cuarto reino.

El tiempo siguió transcurriendo y su puesto pasó de escribir nombres en pedazos de papel, a poder ver a los humanos a través de espejismos y escribir cómo evolucionaban, su comportamiento y cosas que parecían afectarles; Sam pasaba días, incluso años sin salir del cuarto que le hacia ver a los humanos, sentía como si ella estuviera ahí, como si pudiera vivir entre ellos y sus sueños empezaron de nuevo pero lo mantuvo en secreto para evitar un nuevo encierro o castigo; ella continuó avanzando, informando, ayudando y aprendiendo de sus superiores hasta conseguir que la mayoría de ángeles creyera en ella, convenciodolos de que el su condena le había ayudado a ser normal y útil. De esa forma Sam finalmente pudo obtener un puesto como ángel vigilante y ganarse la confianza del paraíso entero. 

El invierno llegó, y con él, el momento de descender a la tierra; acto que era llevado a cabo por los ángeles vigilantes anualmente, pues estos eran asignados a los seres humanos para que durante su niñez cuidaran de ellos, les mostraran el mundo y a sobrevivir en el  por medio de la naturaleza; y mientras el humano conservara su pureza podría escuchar la voz del ángel, incluso llegar a verlo, pero poco a poco este se iría desvaneciendo de su memoria, quedando como un simple mito y perdiendo el hilo de su voz con el ruido del exterior.  Su trabajo era simple y a su vez peligroso y mortal, pues debido a antiguas generaciones de vigilantes, las reglas para descender habían cambiado y si ambas especies llegaban a interactuar más de lo debido esto seria castigado sin piedad alguna.