Capítulo 18

511 50 6
                                    

Cuando desperté a la mañana siguiente me sorprendió encontrar una sartén encima de mi mesita de noche. Pero más aún me sorprendió encontrar unos fuertes brazos rodeando mi cintura. Por no mencionar la respiración constante que sentía contra mi cuello. Miré las manos de mi acompañante y me tranquilicé al ver aquel anillo en su dedo pulgar. Y entonces, cómo un balde de agua fría lo sucedido la noche anterior vino a mi mente de golpe. Suspiré tranquila al comprobar que la puerta continuaba cerrada y que nadie de mi familia habría notado su presencia.

Giré despacio tratando de no despertarlo. Shawn aflojó el abrazo para que pudiera darme la vuelta y mirarle cara a cara pero enseguida volvió a abrazarme con fuerza, acercándome a su cuerpo. Sonreí. Estaba en su quinto sueño pero aún así quería mantenerme cerca de él. Le acaricié el rostro con mi mano muy despacio. Luego pasé a su pelo. Era como un niño pequeño durmiendo. Volví a sonreír. Y fue en aquel momento cuando me dio por fijarme en sus labios. Medio abiertos y muy rosados. Perfectamente apetecibles. No sé qué demonios me dominó en aquel momento pero de golpe una extraña fuerza invisible comenzó a atraerme hacia sus labios como si de un imán magnético se tratase. Ya casi iba a rozarle sus carnosos labios cuando, de repente, el susodicho abrió los ojos. Retrocedí de golpe con tanto ímpetu que caí de la cama al suelo dándome un fuerte golpe en mi precioso trasero. Me llevé la mano a la zona adolorida y una mueca de dolor se instaló en mi cara.

-¿Estás bien?-preguntó Shawn desde mi cama frotándose la frente- Oye, ¿no tendrás tú alguna pastilla para la resaca? Me duele horrores.-se señaló la cabeza.

Suspiré hondo dando gracias porque no se hubiera dado cuenta de nada. Qué idiota había sido. ¿Cómo había podido dejarme llevar de esa forma tan estúpida?

-No lo sé- dije incorporándome- bajaré a ver si encuentro algo que pueda servirte.

Y mientras terminaba de decir la oración, salí de mi habitación cómo alma que lleva el diablo al piso de abajo. Encontré una nota de mis padres diciendo que habían ido a dar una vuelta con Jake y Beth. Suspiré aliviada tras descubrir que estaba sola en casa. Cogí una pastilla, un vaso de agua y regresé a mi habitación. Casi se me cae el vaso al suelo al descubrir que Shawn se había quitado la camiseta. No pude evitar mirar sus trabajados abdominales y músculos.

-Espero que no te moleste-soltó de golpe- tenía calor.

Entré sin molestarme esta vez en cerrar la puerta y dejé el vaso y la pastilla sobre mi mesita de noche, junto a la sartén.

-No, tranquilo. Ya sabes que mi hogar es tu hogar. Así que... ¡Siéntete cómo en casa!-sonreí disimulando el nerviosismo que me causaba verlo así en mi cama.

Shawn sonrió y se levantó. Se acercó a mí y me plantó un dulce beso en la mejilla.

-Gracias por todo.

Tragué saliva.

-Ya sabes que no hay de qué. Voy al baño un momento. Por cierto, no hay nadie más en la casa.

Escapé a mi cuarto de baño y justo mientras cerraba la puerta pude escuchar su voz diciendo: ¡Bueno saberlo!

Me mojé la cara con agua fría y me senté sobre el retrete con la tapa puesta. ¿Porqué estaba actuando así? ¿Qué mierdas me pasaba? Me llevé las manos al rostro y me di unas cuantas bofetadas mentales por mí estúpido comportamiento. Yo no era así. No era dulce. No me sonrojaba cuando mi mejor amigo me daba un simple beso en la mejilla. Lo de verle sin camiseta era normal. Babeaba ante cualquier chico con unos buenos músculos bajo la ropa. Sin embargo... Todo lo demás era nuevo para mí. Volví a mojarme la cara y tras hacerme una coleta alta salí de allí. No encontré a Shawn en mi habitación así que supuse que habría bajado a desayunar algo. Este chico siempre tenía hambre así que no me extrañaba. Descubrí el vaso de agua vacío sobre mi mesita de noche y el envoltorio de la pastilla junto a este. Sería bueno que comiera algo de todas formas para que no le sentara mal la medicina. Abrí mi armario para cambiarme ya que todavía llevaba puesta la ropa que llevé al centro comercial y no podía estar más arrugada. Me desvestí y justo estaba a punto de comenzar a vestirme con lo que había elegido para aquel día cuando, de repente, escuché el sonido de un plato caerse al suelo tras mis espaldas. Giré asustada y enseguida cogí lo primero que encontré para taparme. Estaba en ropa interior pero... Me daba vergüenza. Shawn se encontraba ensimismado en la puerta de mi habitación.

-Lo... Lo siento. Ahora lo recojo todo.

-No... No te preocupes. Ahora lo recogeré yo.-lo miré durante unos segundos esperando a que hiciera algo-Oye... ¿Podrías darte la vuelta un momento?-insistí al ver que no reaccionaba.

-Eh... Sí, si claro, perdona.

Fue entonces cuando me vestí a toda prisa. Me acerqué a él. No pude evitar sonreír al descubrir que había subido desayuno para los dos.

-Solo traía el desayuno...

-No te preocupes-lo corté-Es sólo un plato. Podemos preparar el desayuno juntos de nuevo.

Le sonreí. Me sonrió. Morí de ternura al apreciar cómo su rostro se había enrojecido de la vergüenza. Era algo que solía pasarle. Se ponía colorado con demasiada facilidad. Pero aún así... No comprendía porque estábamos actuando tan extraños. No era habitual entre nosotros. Sacudí la cabeza y terminé de recogerlo todo con ayuda de Shawn. Después bajamos al comedor y preparamos algo para los dos. Comimos en silencio. Cosa que tampoco era normal entre nosotros.

Finalmente recogimos todo lo que habíamos utilizado para el desayuno y decidimos buscar algo para ver en la tele. No obstante, ninguno estaba prestando atención a ella.

-Te vi antes.

Giré de golpe, encarándole.

-¿Cómo dices?

-Que te vi.

Lo miré dubitativa.

-¿De qué hablas?

-Ibas a besarme.

Mierda. Mierda, mierda, mierda, mierda y más mierda. Ya decía yo que todo había salido demasiado bien. Traté de disimular el nerviosismo que se había instalado en mi cuerpo de repente.

-No sé de qué hablas-dije tratando de sonar creíble, cosa que para nada estaba consiguiendo.

-Neri, sabes de lo que hablo. ¿Realmente querías besarme?-murmuró mientras se acercaba más a mí.

Tragué saliva. Había acercado su rostro peligrosamente al mío. Y cuando digo peligrosamente es peligrosamente. Nuestras narices chocaban. Y podía sentir su aliento contra mi boca, por no hablar de su respiración. Shawn respiraba demasiado fuerte ahora que lo pensaba. Pero de todas formas... ¡Santa mierda! ¿Iba a besarme? En cuanto le vi mirar mis labios y acortar la distancia poco a poco supe que sí. Pero entonces alguien llamó al timbre.

Me separé y fui a abrir rápidamente. Oh genial. Justo el que faltaba.

-Hola nena- dijo con aquella sonrisa tan arrogante en su preciosa y malditamente perfecta cara.

¿Enamorada de un personaje literario?Where stories live. Discover now