VIII

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Por un momento, el tiempo se detiene, mi mente se desconecta en el instante en que mis ojos chocan con el azul oscuro, al igual que una noche tormentosa. Jamás había visto alguien tan bello como él, y aquello que me dijo una vez Zoe, vuelve a mí.
Azael no es de mi mundo ¿Realmente es verdad? Verlo en sueños y recuerdos, no son nada comparado a tenerlo cara a cara. Sus rasgos son fuertes, mandíbula y barbilla marcada, nariz recta, labios suaves, el inferior un poco más relleno que el superior; cejas oscuras, y pobladas. Su piel morena, como si hubiera sido tocado por el sol. Irónico para quien proviene de la oscuridad poseer una magnífica y dorada piel.
Lo que más me sorprende son sus tatuajes, puedo ver la tinta negra cubrir desde su cuello, brazos, manos, y a pesar de que la vestimenta lo tapa, sé por ella, que todo su cuerpo también lo está. 

Masajeo la yema de mis dedos al sentir un hormigueo recorrer por ellas, como si el fantasma de sus recuerdos estuvieran presente en la última vez en que Zoe lo tocó.

Es real.

Siento como si mi corazón hubiera sido golpeado repetidas veces, el dolor en mi pecho empeora a medida que camina hacia mí, provocando que me encoja ante su imponente altura. Mantiene una postura rígida mientras me analiza, no sé qué cruzará por su cabeza, pero solo ruego que él me crea, que al menos Zoe le haya dicho algo, como parecía saberlo Ethan y su compañero.

Aparto la mirada.

Sus movimientos son lentos, calculados, como si fuera una presa asustadiza que está a punto de escapar, pero no podría hacerlo aún si quisiera. El silencio nos aborda, mientras apoya una rodilla sobre el suelo, poniéndose a mi altura, lo siento demasiado cerca, el olor a humo y almizcle llega a mis fosas nasales, y mis ojos comienzan a escocer.

Mi vista se mantienen lejos de él, pero logro ver el momento en que saca un cuchillo desde la cinturilla de sus pantalones. Mi cuerpo reacciona al instante. Intento alejarme con desesperación de él, pero me empuja contra el suelo, provocando que caiga sobre mi costado. Un grito de sorpresa se me escapa. Siento la afilada cuchilla presionar contra mi piernas, y segundos después estas son liberadas de las ataduras.

Me está desatando. Sin saber qué hacer, me quedo quieta en mi lugar, cuando hace lo mismo con mis manos.

Con demasiada fuerza, Azael me toma de las muñecas, siento la callosidad de sus dedos, presionando mi piel, impulsándome hacia arriba. Una fuerza desconocida, corre por mi cuerpo, quemándome en el instante en que me toca. No solo corren por mi mente los recuerdos de Zoe, su vida, sino también sus pensamientos, sus miedos, sus gustos, incluso sus conocimientos, el torrente de información me aflige una vez más, sin embargo, segundos después, desaparece, dejando un vacío, pero eso no significa nada, sé que mantendré su vida en mi cabeza para siempre.

-¿Realmente me amas? –susurró Zoe, podía sentir la maraña de emociones que la cubrían, mientras lo miraba directamente a los ojos. No muchos lo hacían, la mayoría le temía, pero ella nunca sintió temor a su lado, sabía que él la protegería, a pesar de que no podía controlarlo cuando se enojaba, cuando los monstruos querían controlarlo, ella sabía podía hacerlo en algún momento, tenían lo necesario.

Amor.

Sintió la calidez, su aroma, cuando la rodeó con sus fuertes brazos. Él sonrió, y ella sabía que jamás vio algo tan hermoso en su vida, y no podía creer que esa persona era suya, se pertenecían en todos los sentidos.

-¿Cómo no podría hacerlo, Zoe? Eres mi pequeña gruñona-susurró contra su mejilla, para luego dejar un rastro de besos por su cuello, hasta llegar a la clavícula.

Las manos de Zoe, acariciaron su rostro, y su suave cabello, al mismo tiempo que se permitía sentir, olvidar el pasado, olvidar su futuro.

El solo pensamiento  de que ella ya no estaría para él, le aterrorizó, había pasado gran parte de su vida frustrada porque cerraba los ojos, y se transportaba hacía algo que creía que realmente merecía, incluso llegó a atormentar a aquella persona que solo quería vivir como ella. Hasta que apareció, comprendió que lo importante era apreciar lo que poseía, de disfrutar los momentos felices de la vida, de proteger a los seres queridos.

Azael | 1 | Completa Donde viven las historias. Descúbrelo ahora