IV

37.8K 2.8K 274
                                    

⭐ Un voto se agradece.
🖋️Y un comentario también.
.
.
.
Me encontraba sin aliento.

Mis piernas ya no podían más, pero aún así daba todo de mi para no parar.

No había lugar para esconderse, ¿este es el fin?

¿Después de tanto luchar, todo debía acabar de esta manera?

¿Realmente no volveré a verlo?

Mi querido Azael, lo lamento tanto.

A medida que avanzaba, sabía que ellos se acercaban más y más. Las tenues luces sólo provocaban escalofríos en mi sistema. A los lejos del campo en que me encontraba, podía ver una vieja estructura, tal vez una casa abandonada, pero era casi imposible que pudiera llegar. Sabía que no podía.

Al menos fui capaz de vivir, de amar, de sentir.

Una parte de mi mente se activó, recobrando fuerzas ante la imagen de aquellos ojos azules por los cuales seguía adelante. Él me encontrará, solo debía mantenerme segura por unos minutos.

Un fuego creció dentro de mi cuerpo, y seguí, mis movimientos fueron adquiriendo mayor fluidez.
No permitiría que las cosas acabaran de esta forma. Miré por un segundo detrás de mí, a primera vista, no había nada mas que unos cuantos árboles caídos, pero estaban allí. En cuanto una sombra apareció a unos diez metros desde donde me encontraba, dejé de observar y mantuve mi vista al frente.

« Vivimos en el infierno gracias a nuestros pecados »

No pararía si sabía que alguien estaba esperando por mí.

El silencio ocupaba el lugar, solo mis pisadas y los latidos del corazón, se mantenían presentes.
Cuando estaba a sólo unos pasos de llegar, caí. Fui arrojada a varios metros de mi destino. El movimiento fue tan brusco y sorpresivo que los reflejos no funcionaron, provocando que mi cabeza chocara contra el suelo.

Por un segundo me quedé sin aliento, mis ojos se cerraron por el fuerte mareo, la desorientación. Un quejido de dolor se me escapó cuando intenté escaparme.

Sentía el sabor metálico de la sangre en mi boca, y las gotas de sudor que caían sobre mis ojos dificultaban mi visión.

«¡No! ¡No!»

Con desesperación intenté arrastrarme por el suelo, pero uno de ellos sostenía una de mis pantorrillas, arrastrándome hacia él. Sus fuertes garras se inscrustaron rompiendo la piel, los músculos, llegando fácilmente al hueso. Un nuevo grito de sufrimiento salió de mí.

Iba a morir.

Aquella bestia giró mi cuerpo como si se tratara de una muñeca de trapo. Su aliento putrefacto llegó antes de su figura oscura. Cerré los ojos en cuanto se llenaron de lágrimas, y lo único que pude hacer, fue suplicar.

Azael | 1 | Completa Donde viven las historias. Descúbrelo ahora