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Mi mirada se dirige a la majestuosa casa pero también un poco tétrica ya que la piedra esta ennegrecida por el tiempo, Henry va en silencio con la mirada perdida en la ventana del auto.

Una vez se estaciona el auto, Isael abre la puerta y me ayuda a bajar.

— bienvenida a mi hogar — sonrió pero en el fondo tengo miedo de no saber si fue la decisión correcta, el haberme mudado a la casa de Isael, aunque fuera de manera temporal, Lucio la persona que trabajaba para Isael, ayudo a subir una parte de mi equipaje, yo cargaba la maleta donde llevaba la caja que me entrego mi madre y la ballesta que al fin y al cabo estaba junto al regalo de mamá.

Subí los escalones lentamente sin dejar de mirar a mi alrededor, desde el ataque de hace unas horas en el departamento me sentía nerviosa, sobre todo por la seguridad de Henry, le había prometido a mamá que lo cuidaría y no podía fallarle.

Entramos y me gusto mucho, era cálida, acogedora, las grandes arañas de cristal que pendían en el techo, se movían por la suave brisa que entraba por los grandes ventanales.

— Es preciosa — miré hacia todos lados y sencillamente me encantaba.

— Me alegra saber que te gusta nuestro hogar — levanté la mirada y una preciosa chica iba descendiendo las escaleras de mármol, ella vestía sencillo pero elegante, en su hombro izquierdo caía una gran trenza gruesa.

— Merlina, ella es mi hermana Regina — ella terminó de descender y se acerco para darme un beso en la mejilla, sus ojos de un azul intenso me recorrieron, como tratando de descubrir algo.

— un gusto Regina — ella sonrió y se acerco a Henry para alborotar su cabello.

— El gusto es mío Merlina, siéntete en casa — asentí y me sentí agradecida por que ella no me trataba como una intrusa — Lucio te llevara a tus aposentos.

Apareció Lucio no sé de dónde y con mucha educación me pidió que lo siguiera, subí las escalinatas sin dejar de ver a mi alrededor, Henry venia junto a mi pero de mal humor para variar.

— ¿Henry donde dormirá? — pregunte a Lucio, él me miró sobre su hombro, este hombre daba miedo, ni Black ni Olen me causaban tanto miedo como Lucio, con su alta estatura, su caminar rígido, su rostro sin ninguna expresión.

— Junto a su habitación — siguió avanzando, por aquel largo pasillo, donde nuestros pasos no se escuchaban por la mullida, elegante y pesada alfombra, las paredes decoradas con un antiguo tapizado pero que se mantenía tan bien cuidado, se detuvo frente a una pesada puerta, la abrió y se hizo a un lado. Entre y me quedé maravillada, era una habitación más grande que el departamento, la gran cama con dosel hecha para cinco personas y no para una sola, el pesado edredón y bien estirado me causaba pavor dejar una sola arruga.

— ¿aquí dormiré? — Lucio asintió, avanzó y abrió otra puerta.

— el cuarto de baño con su vestidor, las maletas ya están aquí y su ropa ya está guardada — enarque una ceja porque pensé que era imposible, yo no era una viajera ligera... no, yo era de las que cargaba con todo mi vestuario por que una nunca sabía en qué momento podría usar la ropa, con una sonrisa de burla me dirigí al vestidor, sin dejar de admirar el mármol y azulejo del baño, es que hasta hacer pis, daba pesar de tan fino que era. Mi sorpresa fue grande cuando la ropa estaba bien ordenada en los percheros y todo ordenado por colores.

— Pero... —cuando me gire para preguntarle a Lucio como lo hizo, él ya no estaba.

Isael

Regina entra a la biblioteca y frunzo el ceño al observar el sobre que trae en sus manos.

— Isael — suspira y lo extiende.

— No te preocupes — tomó el sobre rojo entre mis manos, el sello antiguo es inconfundible. Con paciencia lo rasgó y saco la hoja.

El consejo los espera hoy a la medianoche.

Hago un puño la hoja.

— Teníamos como trescientos años de no ver al consejo — declaró Regina, comenzó a pasearse por la estancia — Isael— se detuvo y me miro con preocupación — esto tiene que ver con Merlina, si el consejo nos ha llamado es por ella.

Me pongo de pie y me acerco al ventanal, mi mirada se perdió en la noche.

— no te pido lealtad hacia ella Regina pero si hacia mí.

— ¿de qué hablas? — Sentí su presencia detrás de mi — ¿tiene que ver con que es tu alma gemela?

— creo que sí, puede que ella sea alguna vidente Regina, ha visto visiones o posea algún don. No lo sé o quizás su contacto con el reloj le ha dado esos poderes que hasta ahora está desarrollando.

— espero que sea eso Isael.

Exactamente a las 12:00 am, estábamos cruzando el umbral de aquel lugar que estaba escondido a los ojos humanos, las pesadas puertas del salón son abiertos dejando a la vista las pesadas sillas que estaban alrededor, cada silla estaba siendo ocupada por cada miembro antiguo y nuevo, en la silla principal estaba el líder del consejo.

— Buenas noches Urnor — salude con una inclinación de cabeza.

Urnor me miro y luego a Regina, su mirada era indescifrable. Las reuniones con el consejo nunca fueron de mi agrado ya que actuaban como si se estuviera en un juicio.

— Isael, el consejo te ha mandado a llamar por ciertos rumores que han llegado hasta nosotros — Urnor se inclina hacia adelante apoyando sus antebrazos en el gran estrado.

Mi mirada recorre a los doce hombres que están pendientes de mis palabras, todos visten una túnica negra con estrellas doradas, ruedo los ojos porque esa costumbre existe desde que tengo memoria.

— ¿así? — preguntó despreocupado sin dejar de hacer contacto visual con él.

— se cree que la guardiana al fin nació — me pongo rígido por sus palabras — y es justamente la chica con la que tienes amistad, según la leyenda ella nace cada cuatrocientos años, es preparada toda la vida para destruir a los magos, brujos. Debes entregarla Isael.

— ¿Entregarla? — presionó fuerte la mandíbula.

_ Si, lo que nos pone en peligro debe ser destruido — niego.

— Ella no es ninguna guardiana, no tiene poderes. — Urnor me contempla.

— un guardián está hecho para arrancar el corazón del mago, quitándole la inmortalidad — pasó la mano por mi cabello — no puedes protegerla exponiendo a toda tu gente a ser destruidos.

—ella no es ninguna guardiana.

El silencio que se hizo en el salón, era pesado.

— mi interés en ella es porque creo, ella tiene el reloj.

— Le advertí a tu padre que ese reloj, traería muchos problemas — no respondo.

— no es maga ni bruja...

— si no es ni uno y lo otro ¿Por qué los Braary la buscan?

— Escucharon el rumor — suspiró.

— esperó por tu bien que no mientas, cientos de magos están en tus manos.

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El Amor de IsaelWhere stories live. Discover now