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Para Gerard.

Si te quejas por las decisiones que tomo, deberías pararte a ver las que tú tomas. Afectas más a tu alrededor que yo. Seré una carga, pero una carga ligera.

¿Por qué siempre tratas de hacerme sentir mal? Puedes golpearme y dejarme moretones, sangrando e inclusive inconsciente. Es mejor golpear a que las palabras te golpeen, ellas dejan marcas que jamás se olvidan. Duelen, y lo hacen más doloroso con cada palabra que sale de tu boca; son poderosas y lo saben.

Papá te golpeó, querías golpearte, ¿no? Querías irte a esa fiesta, no te dejaron y comenzaste a golpearte en la mesa de tu estudio. Te llamaron, saliste y tu cara estaba hinchada. Papá te tomo del brazo con brusquedad y salieron, mientras mamá lloraba y salió corriendo de igual modo. Era noche, me encerré en el baño y mi cara rápidamente se lleno de lágrimas.

Todos volvieron y fuimos al hospital más cercano. Mucho antes del incidente mencionaste que si agarrando una cuchilla y pasándola repetidas veces por tus antebrazos y tus piernas te dejarían ir a una fiesta. Las fiestas entre jóvenes son peligrosas, y si fallas, aunque sea un muy pequeño fallo, todo podría salir mal.

Gerard, desearía que el doctor que atendió a mamá durante mi parto hubiera cometido un error y yo naciera muerto. Muerto como el amor de hermanos; muerto como la felicidad que tenía de estar junto a ti; y muerto como aquel superhéroe que tanto admirabas.


Mikey.

p a r a  g e r a r d .Where stories live. Discover now