Capítulo 23 | Normalidad

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Le doy privacidad a Clarissa para que se cambie de ropa y se maquille, aunque para mí se vería perfecta de todos modos. Saco a Adelynn en uno de sus coches y antes de bajar las gradas me detengo cuando escucho algunos gritos.

—¡No puede ser posible! —Grita mi hermana en su cuarto.

Me asomo por la abertura de su puerta y la veo agarrar su ropa para cambiarse y un bolso "a juego" como dicen las mujeres. La abro totalmente y entro, Alex se percata de mi presencia y luego de colgar el teléfono me abraza con fuerza.

—¿Por qué lloras? —Le pregunto acariciando su cabello.

—Ezequiel. —Es lo único que logro entender de todos sus murmullos— Necesito ir.

Asiento pensando en sus palabras y todo lo que me acaba de resumir en medio minuto.

—Yo te cubro con mis padres, ve. Y si necesitas algo, llámame.

Alex se mete con su ropa al baño para ducharse, pero antes me lanza una última mirada de agradecimiento.

—No le digas nada a Clarissa, por favor. —Me pide, o más bien, me ruega— Ella ya tiene demasiado problemas que enfrentar.

Asiento concordando con ella y bajo a la cocina para preparar algo de comer. Intento seguir todos los pasos de la única receta que me sé de memoria y rezo para que me salga bien.





CLARISSA

Salgo de la habitación de Jake y miro al frente a la de Alex, en la entrada logro ver unas pantuflas de conejito que me resultan familiares. En mi cabeza se plasma un recuerdo visual de mi amiga subiendo por aquellas escaleras mientras juega con sus pies e intenta no derramar su café.

Bajo apresurada intentando encontrarla y preguntarle de que ocasión es aquel recuerdo que tuve. La veo frente a la puerta buscando en su bolso, lo que creo yo, son sus llaves.

—¿No irás con nosotros? —Le pregunto al verla a punto de salir de la casa.

Ella niega con la cabeza y revisa su móvil que no deja de sonar por, seguramente, tantos mensajes.

—Tengo que resolver un par de problemillas. —Intenta sonar natural, pero se ve algo nerviosa y preocupada.

—Está bien, suerte. —Me despido antes de verla salir apresuradamente como si después de aquella puerta existiera el cielo entero, o tal vez para ella así es. Con Alex nunca se sabe.

Voy hacia la cocina en donde Jake prepara el almuerzo y ha dejado a Adelynn recostada en uno de sus coches. Percibo el aroma que desprende la olla y sonrío interiormente, al parecer si sabe cocinar.

—¿Y tus padres? —Le pregunto al no verlos por ningún lado.

—Al trabajo. —Pica con cuidado algunas verduras en una tabla de cristal— Ayer ya faltaron y deben volver a sus asuntos.

Tomo asiento junto a mi pequeña niña quien muerde, o hace un intento de morder ya que no tiene dientes, un juguete de agua de los que Jake tenía en su cuarto para ella precisamente.

—¿Y Alex? —Cuestiona él.

—Salió. —Es lo único que puedo decir ya que no tengo más información que brindarle.

—Vaya. —Mueve algo dentro de una olla grande y le coloca un poco de sal— ¿Alex aprendiendo a vivir sin estar a tu lado cada segundo como en estos meses? —Ríe— Al parecer todo ha vuelto a la normalidad.

—Parece que si. —Digo ayudándolo a poner la mesa mientras termina de comer.

Al pasar de una hora entera conversando de cosas cualquiera, Jake informa que la comida por fin está lista. ¡Gracias al cielo, estoy hambrienta!

El Precio De Un Amor ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora