Capítulo 4

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Buffy no dejaba de darle vueltas a todo, sentía que algo no iba bien, no sabía exactamente el qué. Todo era demasiado perfecto para ser real, demasiado perfecto para ser bueno.

Pisó con impaciencia el pedal del acelerador, quería llegar cuanto antes a su casa y por fin aclarar las cosas con Spike. Ansiaba saber dónde había estado todos esos años, por qué estaba "vivo", puesto que ella lo había visto perecer tiempo atrás. Pero no sabía si estaba preparada para saber la verdad, o siquiera para iniciar esa conversación.

Frustrada golpeó el volante.
Quizás aquella situación era demasiado para ella, quizás debía sacar a Spike de su vida, pasar página como ya creía haber hecho, pero había pasado tantos meses, tantos años, deseando que aquello que parecía imposible sucediera, que ya no estaba segura de nada, ni siquiera de sí misma. Detestaba sentirse así, tan frágil.

Finalmente llegó a su casa. Rápidamente aparcó el coche en la entrada y se dirigió a la puerta. El interior estaba inundado por un silencio sepulcral inquietante.
Buffy se aproximó al sofá, donde reposaba la manta con la que se había cubierto Spike la noche anterior, pero no había ni rastro de él.

—¡Spike! —no obtuvo respuesta.

Por un momento sintió que la historia se repetía, que Spike había vuelto a desaparecer como hacía tres años, y se formó un nudo en su garganta ante dicha idea.
Su corazón comenzó a acelerarse y todos sus sentidos se pusieron alerta. No se oía ni un ruido.

Sabía que era de día pero igualmente miró por la ventana asegurándose de que el vampiro no hubiera salido. Volvió su mirada hacia el pasillo de la entrada con expresión de notable preocupación.

Un sentimiento de culpabilidad e impotencia recorrió su cuerpo de arriba abajo, sin embargo, aquella sensación no duró demasiado, ya que, instantes después, un terrible estruendo agitó la vivienda. Ágilmente, Buffy se volvió para mirar hacia el lugar del que provenía.

Spike se hallaba tendido en el suelo, su camiseta de tirantes negra estaba completamente desgarrada y, lo que parecía ser, quemada. Su cara, sus brazos y las partes visibles de su torso estaban magulladas.

Buffy reaccionó de inmediato y acudió a donde el chico se encontraba para socorrerlo. Dirigió una escueta mirada a la ventana de la cocina, que estaba completamente destrozada, y cuyos cristales estaban esparcidos por el suelo. Volvió la vista hacia el chico, que seguía tendido a sus pies. Se sintió aliviada de que la luz que entraba por el hueco aún no hubiera alcanzado su cuerpo.

—¡Spike! —repitió —¿Qué ha pasado?¿Quién te ha hecho esto? Por favor, dime que estás bien. —dijo notando el nudo en su garganta creciendo. Miraba a su alrededor en busca de un culpable que no hubiera escapado, como parecían haberlo hecho los responsables de aquello.

—Buffy... —dijo Spike en un susurro, haciendo un amago de sonrisa.

Antes de que pudiera continuar alguien tocó la puerta, Buffy se incorporó casi de inmediato. Levantó a Spike con delicadeza, pasando su brazo por la cintura del chico, para a continuación llevarlo al sofá del salón, donde lo sentó. Allí estaría más protegido.

Caminando hacia la entrada, echaba vistazos hacia donde Spike se encontraba, como si tratase de asegurarse de que no desapareciera. Estaba alterada y muy asustada, pero no por ella, sino por el chico.

Agarró un paragüas de la entrada, sintiéndose absurda y abrió la puerta de golpe, esperando encontrarse con alguna criatura inmunda contra la que combatir. Sin embargo, el temor y la ira fueron sustituidos rápidamente por la sorpresa y la extrañeza.
Bajó el paragüas lentamente, prácticamente boquiabierta.

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