Capítulo 2

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En casa de Buffy, Dawn se estaba empezando a preocupar, porque ella no regresaba y habían pasado más de dos horas desde que había salido de casa.
Cogió el teléfono y llamó a Xander, el mejor amigo de Buffy, rogándole que fuera a su casa con el coche para ir a buscarla. En ese momento llamaron a la puerta.

—Vale, nada, olvídalo, ya está aquí. Muchas gracias, adiós. —dijo atropelladamente antes de colgar.

Fue hacia la puerta y la abrió, mientras suspiraba aliviada.
Cuando Buffy salía a hacer sus inspecciones nocturnas, siempre solía llegar antes de medianoche para no hacer trasnochar a Dawn, pero en esa ocasión su retraso había sido importante.

Abrió la puerta, con una sonrisa, que rápidamente se desvaneció, convirtiéndose en una expresión entre asustada y sorprendida. Frente a ella se encontraba su hermana, pero no estaba sola; a su lado se erguía un chico alto, de cabello rubio platino, casi blanco, con ojos azules, delgado y con esa expresión característica que le diferenciaba del resto.

—¿Cómo es posible? —dijo Dawn dando un paso hacia atrás, mirando de nuevo a su hermana.

—Ya, yo al principio tampoco me lo podía creer... —dijo Buffy con una sonrisa, intentando parecer segura. Se sintió rara, se imaginó a sí misma diciendo aquello como si promocionara una marca de champú, como si el regreso de Spike fuera algo de lo más normal.

Los ojos de la morena no advirtieron aquello y empezaron a llenarse de lágrimas, mientras miraba a Spike. Dawn no se contuvo, salió corriendo hacia él y le dio un fuerte abrazo, mientras susurraba:

—No sabes cuánto te hemos echado de menos... Bienvenido. —dijo en un sollozo, para después romper a llorar.

Buffy, al ver esa escena, tuvo que contenerse para no derrumbarse.

Lo que Dawn dijo significó mucho para Spike. Ella era casi como su hermana pequeña y le tenía mucho cariño.
Aunque era evidente que había crecido en aquellos años, le alegraba ver que él aún era alguien importante para Dawn.

Finalmente estaban todos juntos. Ya nada iba a separarlos; no iba a haber más luchas, ni problemas del submundo que resolver. Buffy ya no era la cazavampiros y por fin iban a poder tener una vida normal... O eso era lo que ellos creían.

Era bastante tarde y Buffy consideró que era hora de que su hermana se fuera a dormir, dado que tendría que ir al instituto al día siguiente.
Era algo estúpido pensar en seguir un horario, precisamente en esos momentos, pero la rutina siempre le aportaba algo de seguridad en las situaciones críticas.

—Buffy, venga, tenemos que avisar a los demás —dijo Dawn emocionada.

—No, no hace falta, ya les llamaremos mañana. Ahora tenemos que dormir, sobre todo tú, que tienes que ir al instituto temprano. —dijo Buffy sin demasiado entusiasmo.

Dawn puso una mueca de desaprobación, pero finalmente se conformó y subió a su habitación. Buffy esperó a que la puerta del dormitorio de Dawn estuviese cerrada para poder estar a solas con el chico.

—Spike, —comenzó —no... no entiendo nada de lo qué está pasando. —dijo mirando al suelo.
—Intento parecer segura ante Dawn, pero la verdad es que estoy confundida. —volvió a mirarlo a los ojos.

Spike la miró por el rabillo del ojo sin girarse siquiera. Para él también era duro, pero supo que Buffy se merecía una explicación y, aunque fuese bastante confuso para él todo aquello, sabía que tendría que tomar la iniciativa. El tiempo apremiaba y no debía esperar mucho a contarle la verdad.

Buffy volvió a bajar la cabeza al ver que Spike no respondía, ni la miraba.

Se dio la vuelta, se abrazó a sí misma y se alejó unos pocos pasos de allí mirando al suelo, no porque no contestara, sino por el recuerdo de ese último "adiós", que aprisionaba sus pensamientos. El momento en el que Spike le dijo que se fuese y ella lo dejó solo, luchando por el mundo, pero sobre todo luchando por ella. "Pero, ¿qué hubiese sido de Dawn sin mí?", pensó.
Sin embargo, la duda y la culpabilidad volvían a surgir, siempre. ¿Y si se hubiese quedado allí con él? ¿Y si ella hubiera portado el colgante, en lugar de Spike? Pero eso ya no tenía sentido, porque ahora él había regresado.

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