Capítulo 2.

Mulai dari awal
                                    

—Lo llamaré ¿sabes? Le diré que estás aquí— sacó su teléfono celular del bolsillo de su vaquero, pero al instante lo interrumpí.

— ¡No! Déjalo, yo... puedo... puedo esperarlo— él asintió, demostrando que entendía mi postura, pero parecía no poder para de caminar de un lado al otro. Creo que mi extraña presencia lo ponía nervioso, sobre todo por las heridas a plena vista, seguido de que yo temblaba y de vez en cuando dejaba escapar algunas lágrimas. Por un momento desapareció por completo de la sala, pero regreso como un relámpago con un botiquín entre sus manos. Se agachó quedando a mi altura y empezó a preparar una gasa arrojando encima de ella lo que parecía ser agua oxigenada. ¿Acaso pensaba ponerme eso a mí? ¡Ni loca! No dejaría que otra persona me tocara de ninguna forma, yo solo quería a mi hermano ahí conmigo, a mi hermano y a nadie más. 

— ¿Me dejas?— buscó conectarse con mis ojos y por un nanosegundo lo logró, pero no tarde en desviar la mirada hacia otro lado. 

—No, no, no me toques— hablé tirando mi cuerpo hacia atrás para alejarme lo más posible de él. Mi voz había sonado temerosa. Él comprendió mi respuesta y tomó distancia.

— ¿Cómo te llamas?

—Lenna. 

—Bien, Lenna. Yo soy Sam— sonrió y al instante entendí que buscaba transmitirme confianza. Hubo un súbito silencio de apenas unos segundos, cortado por un jadeo de dolor, acababa de sentir una punzada en mi rostro, el dolor recordándome que continuaba ahí. — ¿Te duele? 

—Mucho— respondí en un hilo de voz y sus ojos me observaron con más atención.

— ¿Qué tal si me dejas?— mostró su mano sosteniendo aquella gasa, lista para auxiliarme. —No te haré daño, lo prometo— dijo proporcionándome cierta seguridad. Cerré mis ojos y le di pase libre a que hiciera lo que creyera necesario. Comenzó a deslizar la tela empapada por mi rostro, de esa forma sentía que mis heridas se limpiaban y el alivio fue inmediato.  El dolor seguía, pero había disminuido. Me quedé con los ojos cerrados, mientras percibía como Sam inspeccionaba aquellas lastimaduras, sin decir absolutamente nada. Era algo incómodo, porque apenas lo conocía y tenía voluntad para ocuparse de mí. Eso era algo extraño. No conocía a demasiadas personas, pero mi padrastro los últimos seis meses no se cansó de repetirme que si conseguía escaparme, jamás nadie me aceptaría porque nadie quiere una chica con problemas en la cabeza. Por un momento desconfíe de Sam, tal vez tenía malas intenciones o quién sabe qué, pero yo quería ver a mi hermano de todas formas así que por esa razón decidí quedarme. 

—Sé que ni si quiera te conozco, pero deberías ir a un hospital. Te ves mal— al menos aparentaba ser sincero, lo cual era una buena cualidad.

—Ya te dije que quiero esperar a mi hermano— se podía notar a miles de kilómetros el tono debilitado de mi voz. 

—Sigo insistiendo, tienes que ir al hospital o llamaré a un médico.

—No iré al hospital.

—Entonces llamaré a un médico— insistió, lo dijo con tanta seguridad que creía que lo haría.

— ¡No! ¡No quiero que llames a un médico!— busque elevar mi voz para detenerlo. Cuando se puso de pie, lo tomé de su remera y otra vez se agacho para quedar a mi altura. Yo sonaba como una niña caprichosa, de esas que no entienden que están haciendo las cosas mal. — ¡Me meterás en problemas si lo haces! ¿Quieres que me encuentren y me dejen peor de lo que estoy ahora?— el negó, con el entrecejo fruncido. —Bien, si es así ¡NO LLAMES A NADIE!, solo quiero esperar a Zac, solo lo quiero a él...— quise seguir hablando, pero me quedé sin aire y entonces me corté en un llanto acelerado. Sam dejo de insistir, tomando mi rostro entre sus manos, provocando que lo mirase fijo sin poder quitarle la mirada. 

—Entendí. No grites— habló con calma. —No llamaré a ningún médico, ¿bien? Pero tranquilízate, Lenna— se quedó con la vista fija en mí, aún sin soltarme. Me daba la sensación de que esperaba a que yo dejase de temblar. Sam tenía ojos lindos. Eran color café, profundos, tan profundos que desconocen lo que es ignorar, porque siempre lo ven todo. Me miró y creí por un momento, que podía verme por dentro y conocerme entera en una milésima de segundos. Perdida en su mirada tan especial, no pude darme cuenta que alguien abría la puerta del departamento. Ni si quiera Sam lo notó. 

 — ¿Qué pasa aquí?— una voz masculina habló. Aquel sonido que extrañaba tanto oír, era mi hermano. 

♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡

♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡

Ups! Gambar ini tidak mengikuti Pedoman Konten kami. Untuk melanjutkan publikasi, hapuslah gambar ini atau unggah gambar lain.

Ups! Gambar ini tidak mengikuti Pedoman Konten kami. Untuk melanjutkan publikasi, hapuslah gambar ini atau unggah gambar lain.
My wonderwall.Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang