Entre pañales y biberones

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Tony la miraba como si fuera un extraterrestre... él, haciéndose cargo de Steve, un bebe. No, no, no, él sabia mas de maternidad de gallinas que de como se criaba a un bebe, por dios, ni imaginarlo.

Peter no aplicaba, porque Peter era ya bastante grandecito cuando lo adopto, pero, cuidar de un bebe, eran ligas mayores... ni pensarlo.

-yo no puedo, Romanoff, no se como hacerlo- le contesto con honestidad, mirándola fijamente.

-no era algo debatible, Tony, fuiste designado para cuidarlo por mayoría, además, de todos los vengadores, eres el único que no necesita trabajar y que cuenta con la edad mental necesaria para hacerlo... o prefieres dejarlo con Thor- cuestiono la espía mirándolo analíticamente.

Una expresión de terror se dibujo en el rostro del castaño, y rápidamente negó con la cabeza. Dejar a Steve con Thor era como condenarlo a la muerte.

-¡acaso estas demente, Romanoff! como piensas dejarlo con Thor...- le exclamo alterado y molesto por semejante disparate, siendo cortado por la mujer, quien sonreía con satisfacción.

-me alegra que hayas aceptado, Tony- dijo con satisfacción y suficiencia, mirándole con malicia.

-podemos hacerlo, papá, es lo menos que podemos hacer por Steve, después de todo lo que él ha hecho por nosotros- le dijo el castaño menor, mientras tomaba el biberón del rubio y revisaba que su temperatura fuera la adecuada, para dárselo al, por el momento, menor.

-si, Peter, podemos... ¡AH!- exclamo dolorido el castaño, mientras bajaba la mirada, encontrándose al rubio, mordiendo uno de sus pezones como si se tratara de un seno -¡Steve! no muerdas ahí, no soy una chica. Peter, dame su biberón, rápido- le pidió, mientras despegaba al menor de su pecho y lo acomodaba como mejor podía, para recibir el biberón que le extendía el castaño menor, y darle de comer. Increíblemente, y para sorpresa de muchos, lo hizo bien a la primera vez.

El castaño alimento al pequeño rubio, quedándose prendado por un momento en sus tiernos ojitos de bebe, mientras lo hacia. Innegablemente, se trataba de Steve, después de todo, nadie tenia unos ojos tan puros y expresivos como él. Un recuerdo de un enfrentamiento que habían tenido en los últimos días, le llego como flechazo a la memoria, y no pudo evitar que su mirada se volviera triste, al recordar el dolor que se había reflejado en la clara mirada y del que hasta hora era consciente.

Cuando volvió a la realidad, notó con asombro que el rubio ya se había terminado su biberón, por lo que lo retiró de sus labios y miró a los otros dos, preguntándoles con la mirada cual era el paso a seguir.

-ahora tienes que sacarle los gases, tienes que poner su cabecita en tu hombro y palmear con suavidad su espalda, no lo golpees muy fuerte, porque lo lastimaras, y antes de hacerlo, coloca esto sobre tu hombro- le explico la pelirroja, entregándole una pequeña toalla de color azul.

-entiendo, y olvida eso- le dijo refiriéndose a la toalla -no la necesito, es mas, ni me queda- le resto importancia, dejando el objeto de lado y siguiendo las indicaciones de la pelirroja.

-¿estas completamente seguro de que no quieres usarla?- pregunto la mujer con duda y diversión.

-completamente- afirmo el castaño, empezando a dar suaves palmaditas en la espalda del pequeño.

-Peter, acércate- llamo la rusa al castaño menor, quien dando un suspiro ante la terquedad de su padre, decidió acercarse -quieres ver que pasa cuando no pones la toalla sobre tu espalda antes de hacer eructar a un bebe- susurro con malicia la mujer, viendo al castaño mayor, y recibiendo un asentimiento del menor. -de acuerdo, observa fijamente a tu padre... cinco... cuatro... tres... dos...  uno-

Enamorándome De TiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora