Quería experimentar por primera vez mi independencia en la universidad y dejar atrás todo mi pasado. Pero no esperaba encontrar en mi primer día a una persona con la que pudiera sentir una conexión tan fuerte pero sería eso verdadero amor o una frá...
Nam quería presentarme a su novia y yo no podía hacer nada más que aceptar la realidad y tratar de llevarme bien con ella, lo más importante para mí era la felicidad de mi mejor amigo, aunque eso iba en contra de mis sentimientos.
Me desperté a las 8:30 de la mañana, una gran hazaña para disfrutar de ese sábado que nos permitía distraernos un poco de todo el ajetreo de la semana, a veces era muy estresante no pensar en otra cosa que no fueran las asignaciones que los profesores nos dejaban como si no hubiera un mañana.
Mientras me alistaba para bañarme observé que Nam seguía profundamente dormido, ese era uno de los pocos momentos en los que podía observar detalladamente sus rasgos y gestos sin tener miedo de que alguien ajeno me observara y pensara mal de mi actuar, es cierto que había decidido poco a poco sacarme a Nam de mi corazón, pero no podía dejar de admirar su bello rostro y la manera tan serena como su pecho bajaba y subía al compás de su respiración.
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Entré al baño y abrí la llave, el agua empezó a descender por todo mi cuerpo, la temperatura del agua era perfecta ni muy helada ni muy caliente, tomé un poco de shampú y empecé a lavar mi cabello, dando suaves masajes en mi cuero cabelludo, luego deslicé el jabón por todo mi cuerpo, desde mi clavícula hasta mis pies, era de los pocos días en los que podía aprovechar ese tiempo en la ducha porque en la semana tenía que bañarme a prisa para poder llegar a tiempo a la universidad.
Salí de la ducha y Nam seguía durmiendo, aproveché para buscar en mi armario la ropa que me pondría, estaba tan concentrado decidiendo si ponerme unos jeans rasgados con un suéter blanco o una chaqueta de denim con una camiseta blanca y unos jeans negros que no me percaté que Nam se había despertado y me puse un poco tímido porque yo solo llevaba una toalla que cubría la parte inferior de mi cuerpo, todo mi pecho, espalda y brazos estaban totalmente expuestos a su mirada.
Sin duda alguna su mirada tenía el poder para ponerme nervioso, pero él se mostraba de lo más tranquilo dando su ultimo bostezo y dándome los buenos días, mientras yo en mi interior me moría de vergüenza por estar casi desnudo frente a él.
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