━ 𝐕𝐈: La sangre solo se paga con más sangre

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La aludida tragó saliva, para finalmente echar a correr hacia ella. Enarboló su espada con la intención de embestir a la castaña, pero, como cabía esperar, esta contrarrestó su ataque sin apenas esfuerzo; giró sobre sí misma e hizo chocar su arma con la de la muchacha.

—Tienes que ser más rápida —señaló.

Nada más terminar de articular esas palabras, acortó la distancia que la separaba de la neófita, quien, en un intento por defenderse de la lluvia de estocadas que había caído sobre ella, tropezó con sus propios pies y se precipitó al suelo.

Kaia la observó desde arriba, con una expresión inescrutable contrayendo sus facciones y el filo de su acero amenazando su cuello. A su alrededor se habían congregado algunos guerreros y escuderas que no lo habían dudado a la hora de interrumpir sus propios combates para ver luchar a La Imbatible.

Muchas cosas se decían de ella, como que nunca había perdido una batalla o que muy pocas veces había salido herida de las contiendas en las que había participado, de ahí su apodo. Hasta la mismísima Lagertha, de quien había aprendido gran parte de sus conocimientos bélicos, la admiraba y respetaba como combatiente.

—El escudo siempre debe mantenerse erguido —apostilló mientras la que había sido su adversaria se ponía en pie, asintiendo a todo lo que decía—. Recordad que es vuestra única defensa contra los enemigos. —Le devolvió las armas a la otra chica, que no había perdido detalle del enfrentamiento que acababan de protagonizar, y adquirió una posición en jarras.

Kaia intercambió unas últimas palabras con ellas antes de regresar junto a Lagertha. En cuanto la alcanzó, ambas reanudaron la marcha.

—Recuerdo la primera vez que te vi combatir —pronunció la rubia, acaparando la atención de su amiga, que la miró con una sonrisa comedida en los labios—. Eras muy joven, ¿cuántos años tendrías?

—Uno o dos menos que Drasil —respondió Kaia, evocando con sumo cariño el día que se conocieron, hacía ya muchos inviernos, más de los que podía recordar. Por aquel entonces ella era una cría que aspiraba a convertirse en skjaldmö y Lagertha una mujer recientemente divorciada.

—Y aun así peleabas como nadie a tu edad —remarcó la condesa.

Kaia carcajeó a la par que negaba con la cabeza.

—¿Te estás poniendo sentimental, mi vieja amiga? —bromeó, a lo que Lagertha le dio un toquecito en el brazo, para después echarse a reír.

Acto seguido, las dos retomaron su papel de instructoras, centrándose nuevamente en los guerreros que batallaban a su alrededor, entre los que se encontraban Astrid, Eivør y Drasil.

No tenían tiempo que perder.

No cuando había un reino que conquistar.

Esa misma noche en el Gran Salón de Hedeby, Lagertha, junto a Kaia, Astrid, Eivør, Drasil y Hilda, una mujer ya entrada en años, caracterizada por su increíble astucia y su lengua afilada, permanecía sentada en torno a una mesa de madera oscura en...

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Esa misma noche en el Gran Salón de Hedeby, Lagertha, junto a Kaia, Astrid, Eivør, Drasil y Hilda, una mujer ya entrada en años, caracterizada por su increíble astucia y su lengua afilada, permanecía sentada en torno a una mesa de madera oscura en cuya superficie había una gran variedad de alimentos, además de cerveza e hidromiel para animar el ambiente.

➀ Yggdrasil | VikingosWhere stories live. Discover now