Prólogo

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Hay familias que conviven en armonía, hay otras que son un completo caos y desorden. Pero hay familias que ni siquiera conviven. No son una familia.

Cuando una familia se desmorona por completo, es muy difícil volver a unir aquello tan preciado.

Las familias son como un cuerpo, tiene muchos huesos, órganos, articulaciones, etc. Todos cumplen una función diferente pero logran ponerse de acuerdo y se dirigen hacia la misma dirección. Las familias son ése cuerpo que te sostiene, que aunque no les guste una parte de su cuerpo lo necesitan para mantenerse de pié y seguir. Pero si se pierde un miembro del cuerpo ¿Qué se hace? ¿Se reemplaza? ¿Se puede seguir adelante?

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Las nubes grises decoraban el cielo de Francia. ¿Qué tiene el cielo que siempre se descompone cuando algo triste pasa?

En uno de los cementerios de Francia, se llevaba acabo el entierro de una maravillosa mujer. La señora Agreste.

De las personas presentes, sólo sus hijos y esposo sentían el verdadero dolor. Los demás estaban allí por conveniencia y negocios.

El señor Agreste a pesar de todo el dolor, se mantuvo serio en todo momento, no habló en todo el funeral. Ni cuando el cura preguntó si quería decir unas palabras.

Por el contrario, sus dos hijos: Félix y Adrien. Lloraban sin consuelo. Félix abrazaba a su hermano menor y ambos se sostenían para no desfallecer de dolor.

Cuando todo terminó, el señor Agreste pidió a su asistente llevar a sus hijos a casa. Él quería estar un tiempo a solas.

Una vez sólo, soltó unas cuantas lágrimas silenciosas. Caminó por el cementerio como un vagabundo sin rumbo. Quería perderse en ése mismo instante y soñar con su hermosa esposa y su familia. Pero soñar nunca fue lo suyo, eso siempre lo hacía su difunta mujer.

La lluvia comenzó a mojar su traje, y por primera vez en su vida no le importó mojarse, se sentó en una de las construcciones de cemento y cerró sus ojos, disfrutando de la soledad.

De un momento a otro las gotas dejaron de mojarlo y abrió sus ojos encontrando delante él a una niña más o menos de la misma edad de sus hijos, de piel blanca, ojos azules y cabello azabache con un paraguas en sus manos.

— Yo me iría con mi familia. — le aconsejó la niña.

Agreste se molestó por lo entrometida que parecía la azabache. — Vete niña, no estoy para aguantar a nadie.— Dijo con su típico tono frío.

La azabache con el ceño fruncido le contestó— Y yo menos pero usted está aplastando la tumba de mi papá. — el señor Agreste se levantó de inmediato al escuchar aquello.

—Lo siento— se disculpó.

— Y no soy una entrometida. — negó la niña.

— Yo no he dicho que...

La oji-azul lo interrumpió— Lo pensó señor Agreste.—

El señor Agreste suspiró con cansancio— Está bien, lo siento otra vez.— se quedó mirando cómo la niña arreglaba la ofrenda floral en la tumba de su padre.

Tom Dupain

Gran esposo, padre, compañero y amigo.

1981/2011

Leyó el Agreste, la pequeña que lo había desafiado había perdido a su padre ése mismo año. Comenzó a sentirse mal al haber tratado mal a la niña que arrodillada le acomodaba las flores a la tumba sin importar que sus rodillas se ensuciaran con lodo.
También Le sorprendió la buena mano que tenía con los arreglos florales. Pero no le dio mucha importancia a ése último detalle.

Vio cómo la pequeña se levantaba del suelo y cerraba sus ojos diciendo unas palabras que no llegó a escuchar. Rato después ella se giró hacia la tumba de al lado

Sabine Cheng

Gran esposa, madre y buena amiga.

1983/2011

La oji-azul hizo el mismo procedimiento que en la tumba anterior: le hizo un arreglo floral, dijo sus palabras en silencio. Cuando terminó miró al hombre que la veía con lástima.

— No necesito su compasión ni sus disculpas, ya se ha disculpado mucho.— no lo dijo de mala manera si no que con voz dulce y tierna regalando una sonrisa. — Adiós, señor elegante que finge ser de piedra. — se despidió con la mano y salió corriendo sin importar el barro en el suelo. En un instante paró y giró a verlo para gritarle — ¡Me encantan sus diseños! ¡Cuando sea grande, quiero ser como usted! — volvió a retomar su rumbo.

Gabriel se sorprendió de la sinceridad de la niña de sólo 9-10 años, que a pesar de admirar su trabajo lo desafió y no lo dejo actuar como él quería esa pequeña niña lo había dado vuelta cómo si conociera cómo manejarlo.

Miró hacia las tumbas frente a él y sonrió. Agradeció en silencio ése momento. Segundos después miró al cielo y susurrando dijo — La hija que siempre soñamos, amor.—

Caminó rápido hacía la salida del cementerio y vio a la niña de antes subir a una limusina blanca mientras lo saludaba con la mano desde adentro. Él respondió el gesto con una media sonrisa surcando sus labios.

Segundos después llegó su limusina, subió en ella y encontró a Nathalie en el copiloto — Nathalie, necesito que me hagas un favor.

~~~~~~~~~~Continuará~~~~~~~~~~

Nueva historia Adrinette!

Besitos y si quieren que continúe pídanlo en los comentarios.

Besos 😘 Bye!

Sol💕

❇HERMANOS AGRESTE❇ []ADRINETTE[] MLA Where stories live. Discover now