Capítulo 10. Loca

36 9 1
                                    

Llamo a la puerta de madera con los nudillos y espero con toda mi alma que alguien me atienda. He tenido que cruzarme la aldea de un extremo al otro para llegar hasta aquí, que al menos me den un vaso de agua. Suplicaré de rodillas si es necesario.

Espero un momento... Y nadie abre.

—¿Estás seguro de que ésta es la casa? —mascullo, buscando a Lucas detrás de mí. Él asiente, descubriendo por fin su rostro.

Vuelvo a tocar la puerta con fuerza. Al final insisto tantas veces que me irrito a mí misma. Y cuando creo que ya ha pasado una eternidad desde que estoy aquí, oigo unos pasos dentro de la casa.

—¿Quién golpea? —ruge alguien desde el interior.

Se cansaron de fingir que no hay nadie en casa.

—¡Estela! ¿Estela, es usted? —respondo rápidamente, aunque no estoy segura de haber escuchado a una mujer. Pero todo lo que obtengo es silencio, asique vuelvo a los puños contra la madera hasta hacerla temblar—. ¡¡ESTELA!! ¡ESTELA!

—Cálmate, Abril, pareces una loca —interviene Lucas, algo avergonzado, tomándome de los hombros para alejarme de la castigada puerta.

—¡No puedo, sé que está ahí dentro! —chillo sin poder evitarlo y Lucas me suelta, aturdido, al ver que estoy desacatada—. ¡ESTELA!

—Dudo que abra si te comportas como una desquiciada.

—¿Qué diablos quieres? —lo interrumpe una voz, sumamente molesta, cuando la puerta se abre de golpe y aparece una mujer de unos cincuenta años frente a nosotros—. ¿Qué hacen aquí?

La mujer lleva el pelo repleto de canas recogido en un rodete, pero no es tan vieja como imaginaba. Supongo que así se vería mi madre si no existiera la tintura. En su pálida tez resaltan unos ojos celestes, brillantes y filosos, que me traspasan con rabia mientras me escanean de arriba a abajo.

—¡Estela!

—¡Deja de llamarme con esa voz chillona, haces que odie mi propio nombre!

Me detesta. ¡Pero efectivamente es Estela!

—Lo siento, en verdad —me disculpo con el tono más lastimoso posible y mi mejor cara de angelito.

—¡Ya dejen de estar haciendo un escándalo en mi puerta! —grita, furiosa, cerrando de un portazo.

Pero no lo logra, porque agarro el picaporte justo a tiempo y comienza el forcejeo. Al otro lado, la mujer lucha contra mí intentando cerrar, pero entonces meto mi pie dentro de su casa al mejor estilo psicópata. Y me sorprendo al ver que, a pesar de estar machucándose, es sumamente eficaz.

—¿Qué crees que estás haciendo? —exclama exasperada... y definitivamente asustada.

—Necesito su ayuda, POR FAVOR —suplico incapaz de ocultar mi tono imperativo, tironeando la puerta con la única mano que me funciona, pues mi piecito ya no soporta la presión de ser aplastado contra el marco de la puerta—. ¡ES UNA URGENCIA!

—Abril... —la vocecita de Lucas intentando calmarme tiene el mismo efecto que un bidón de nafta intentando apagar un incendio.

Sé que estoy actuando como una trastornada y que probablemente estoy aterrando a la señora, pero no voy a quedarme afuera después de todo lo que he pasado solo porque esta maldita vieja egoísta no es capaz de escucharme.

—¡Voy a llamar a mi esposo! —me amenaza, como si algo pudiera amedrentarme en este momento de locura.

—¡Necesito volver a mi mundo! ¡Por favor, escúcheme, no sabe todo lo que he hecho para llegar hasta aquí! —grito llorisqueando con una calidad de actuación que me asombra. Pues lo último que quiero hacer ahora es llorar, estoy demasiado desquiciada para hacerlo.

El Lobo de Mis CuentosWhere stories live. Discover now