Cinco

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"Te estoy diciendo esto, esto que te estoy diciendo: que te quiero y que me gusta como sos y que si vos estás bien siendo como sos entonces bueno, yo también estoy bien".

"Bueno, no, perdón si reaccioné re mal, lo que pasa es que es como que me anulo, ¿viste? con ese tema y me pongo así como a la defensiva, pero, nada, perdón. Hmm".

"Te perdono".



Jazmín se acerca a ella y es con intensión. La mira y Flor mueve las rodillas con una mezcla de nervios y anticipación. Quedan paradas tan cerca que Flor no puede evitar mirarle los labios. Jazmín le está abriendo una puerta. Pero sabe que depende de ella entrar, dar el paso. Siente la mirada de Jazmín en sus propios labios y Flor tiene tantas ganas de besarla que debería simplemente...besarla.

Se acerca más y Jazmín la espera. Una parte del cerebro de Flor le recuerda a los gritos que están en el medio de la calle, donde cualquiera podría verlas. La voz es tan fuerte que Flor casi le hace caso, pero estar tan cerca de Jazmín hace que el empuje magnético que tiene la chica sobre ella borre todo lo demás. Entonces Flor respira, porque siente que hace varios minutos que no lo hace.

Jazmín cerró los ojos. La está esperando y Flor no recuerda nunca haber recibido una invitación tan irresistible. Se acerca hasta que golpea torpemente la nariz de Jazmín con la suya. La respira allí, cerca de ella e irradiando calor. Una de sus manos se apoya sobre la muñeca del brazo de Jazmín que está sobre el manubrio de su bicicleta. Le está pidiendo que la aguante un poquito más, que se quede mientras Flor se termina de recargar de coraje.

Va a besarla. Ya no hay vuelta atrás y el saberlo tan claro en su mente le regala una tranquilidad que no pensó encontraría en ese momento. Con una delicadeza que solo se merece Jazmín, Flor roza sus labios contra los suyos por primera vez y el mundo se detiene, o explota, o simplemente nunca existió, realmente no importa, porque ese toque alcanza para que Jazmín presione contra ella y el beso sea eso, un beso.

Jazmín mueve sus labios sobre los suyos y Flor responde inmediatamente, movimiento por movimiento pese a que están desincronizadas. No importa, realmente, porque ambas parecen dispuestas a besarse hasta que hayan encontrado el ritmo perfecto. Flor posa su mano libre sobre el hombro de Jazmín y las tachas de su campera están frías, contrastando con el calor que ahora siente Flor por todo el cuerpo.

No la sorprende, no realmente, sentirse así. Mueve la cabeza para intentar profundizar el beso y con la punta de la lengua toca el labio inferior de Jazmín. Eso parece ser suficiente y entonces se están besando con pasión. Jazmín todavía no la está tocando con ninguna de sus manos y sin embargo Flor la siente por todo el cuerpo. Se siente prendida fuego de arriba abajo y tiene el pensamiento fugaz de pedirle a Jazmín que vayan a su casa en ese mismo instante para poder aliviar todo ese calor.

Entonces Jazmín posa una de sus manos en su espalda y Flor entiende con claridad que lo haría, totalmente, pedirle eso. La asusta la intensidad de lo que está sintiendo, pero, de vuelta, no la sorprende. Comienza a bajar la intensidad del beso y Jazmín la entiende, perfectamente, porque ahora si están sincronizadas. Ahora se besan despacito, casi inocentemente pero no, con una sensualidad que es casi pegajosa. Flor todavía la agarra de la muñeca con una fuerza que traiciona sus miedos.

Se separan varios segundos después, con un ruido que a Flor le va a rebotar por la cabeza durante varios días. Es hermoso y es de ellas.

Jazmín le sonríe al tiempo que levanta la mano para pasar su pulgar por los labios, limpiándola de labial, asume Flor, quien no puede pensar más allá de ese momento. Y entonces todo el mundo vuelve a ser parte de ese momento, Flor puede escuchar el ruido de los autos, el olor de algún puestito de carne que pasaron un rato antes y le pareció asqueroso.

El mundo entra en escena, otra vez, y con él, todo eso que Florencia teme.

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